
Estudié arquitectura en la Universidad Católica de Santiago, hasta el 4° año y luego me trasladé a Valparaíso. Entré el año 1945 y estudié allí hasta el 48. En esos tiempos, más que de Pepe (José Vial), era bastante amigo de Tuto (Arturo Baeza), amistad que se produjo en la misma escuela. Pepe perdió un año, al parecer el año que murió su mamá, de tal manera que al pasar a segundo, nos encontramos y se produjo cierta amistad entre los tres.
Primer Año
Durante primer y segundo año estudiábamos arquitectura clásica. Uno de los profesores que representaba esta corriente era Miguel Venegas . El texto básico con el cual se estudiaba era el Vignola . Vignola fue un arquitecto del renacimiento que escribió un tratado con los órdenes clásicos; el dórico, el jónico, el corintio. La enseñanza se fundaba básicamente en dibujar láminas, estos órdenes clásicos como las columnas con sus respectivos capiteles y bases.
Fuera de los ramos de historia del arte, el taller se realizaba en torno a esto. Se dibujaba a tiralíneas y tinta y se acuarelaban las láminas con las sombras correspondientes. Era una disciplina de dibujo espectacular. Hasta el día de hoy me gusta, porque es como un oficio. A través de él, tú te haces un dibujante, no un dibujante de croquis sino un dibujante técnico. Pero tampoco es un dibujo de ingeniería propiamente tal. Era un trabajo de chino. Imagínate con el tiralíneas haciendo curvas, ángulos, volutas de capiteles y después sombreándolos según ciertas reglas específicas de la sombra.
Durante este año, no se hacían proyectos como los que se realizan hoy día. Eran más bien unos monumentos los cuales se realizaban unas tres veces al año. Eran monumentos como podría ser, el de los héroes de la concepción, pero saliéndose del estilo clásico y haciendo algo más moderno. Ya no era con columnas, con capiteles sino una cosa vaga y confusa que no tenía mucha coherencia con lo que se enseñaba y no recuerdo como lo planteaban. Este proyecto se hacía en dibujo con las mismas técnicas que se había enseñado durante el año, incluyendo las sombras y todas esas cosas.
Esa era la única cosa más “creativa” y personal. El resto era una disciplina estricta de dibujo y reproducción de los estilos clásicos en la cual había alumnos buenos, regulares y malos y eran evaluados por esa capacidad. Este era el mundo clásico que nosotros estudiábamos como taller.
Segundo Año
En segundo año era dirigido más directamente por Miguel Venegas. “Michelo” era un “artista”, un arquitecto y pintor que hacía retratos de señoras y de personas conocidas de Santiago. Era además sobrino de don Carlos Casanueva, rector de la universidad (cuestión bastante importante en esos tiempos).
Él nos hacía el taller, con algunos ayudantes, donde se nos enseñaba la arquitectura clásica propiamente tal. Un ejemplo, que yo mismo tuve que realizar como proyecto, fue lo que se llamó el “Hall de los Pasos Perdidos”. Este consistía en un gran hall de un estadio romano, al cual se accedía por unas escalinatas y que servía a su vez de acceso a unas tribunas imperiales.
Los proyectos podían ser definidos también en otros estilos, como el gótico o el románico. Me acuerdo haber realizado otro proyecto que consistía en un refectorio o comedor románico para un monasterio. Proyectos como éste no obedecían a ningún caso real. Eran casos puramente teóricos que se definían de la siguiente manera: “Suponga que existe un claustro desde el cual se accede por una puerta a un refectorio grande, para 60 monjes”. A partir de esto, uno tenía que hacer la planta del claustro con todos sus elementos: grandes muros, arcos románicos, ventanas (no se sabía del norte o sur), bancas, mesas y en la cabecera, la mesa del abad. ¿De donde se sacaba todo esto?: de libros. Se buscaba en los libros y el resultado era una mezcla entre copias e inventos que uno mismo realizaba. Todo esto se dibujaba maravillosamente bien y se sombreaba con las mismas técnicas que se había aprendido antes. Había que dibujar todos los detalles con lo cual seguía dominando este oficio de dibujar y de proporcionar.
Se corregía el que tú proporcionaras bien. Se seguían unas reglas que no eran como el Vignola que eran unas reglas muy precisas de dibujar un capitel y una columna. Aquí tú inventabas y el profesor miraba y decía: “no, esto está desproporcionado”, este machón está muy grande” y te marcaban con rojo la lámina. “está muy bajo, está muy chato, está muy pesado, está muy liviano, el coronamiento está muy pequeño, está muy débil, le falta masa”.
De dónde se puede sacar eso sino de un cierto olfato para recoger de fotografías y de cosas eso, y nada más. Finalmente el examen era eso: “mire, las estatuas que usted colocó, le quedaron chicas, están desproporcionadas”.
Lo Moderno
A partir de tercer año se enseñaba “moderno”. En el caso mío, me tocó en tercer año, Héctor Valdés, que también fue profesor de Pepe, por lo demás. Ahí se entraba a otro mundo: lo que se llamaría la arquitectura moderna. Estamos en los años 45-46. Todavía está muy fresco Le Corbusier, está vivo todavía. Emilio Duhart venía llegando de Estados Unidos donde había estudiado con Gropius. Alfredo Johnson también había estado en Europa, trabajando con Le Corbusier. Ellos y algunos otros constituían una corriente moderna dentro de la escuela que tenía como fuente de inspiración a arquitectos como Le Corbusier, Gropius o van der Rohe.
En el funcionamiento de la escuela no existían los profesores jornada completa. Los profesores eran arquitectos que tenían oficinas profesionales y que adicionalmente hacían clases .
Ahí hay esta dicotomía de la escuela. Entre estos dos primeros años de clásicos, donde habían muchos profesores que sostenían y apoyaban esto, pero Miguel Venegas era el “Papa” del asunto. Después, en los cursos superiores venía este ciclo moderno, con lo cual se terminaba. El sexto año era una cosa de tipo urbano. Yo no estuve allá, por lo tanto no te puedo decir mucho. Había otro Venegas que creo que era primo de este Venegas, y otros personajes más.
¿Por qué este clásico dos años, y después lo moderno, que era como quién dice la verdadera arquitectura? Existía este problema que yo no lo conocí verdaderamente en sus raíces. Como se gestó esta oposición. No tengo muy claro que pasaba entre el alumnado y el profesorado pero era una cosa que estaba ahí pendiente.
Traslado a Valparaiso
Cuando estabamos en 2° año, entro a estudiar un personaje que se llamaba Oscar Gana Morandé (Tito Gana). Tito había terminado de estudiar literatura, aunque no se tituló propiamente tal. El era una persona muy especial. Tenía 5 o 6 años más que nosotros y era amigo de Hector Valdés, de Fernando Castillo, de Huidobro entre otros. Era muy político y muy intelectual; intruso. Se metía con toda suerte de personajes, Mario Góngora, Armando Roa y otras personas que yo no conocía y no tenía nada que ver. En ese contexto, yo era un especia de “hijo del campo” “huaso” que con dificultad sabía leer y escribir, aunque fuera efectivamente muy buen alumno en la escuela,
Tito Gana vivía en la calle 18. No tenía papá ni mamá y había sido educado por su abuela, una mujer castellana muy fuerte. Muy cerca de él, en la calle Vergara, vivía tuto Baeza, no obstante la verdadera vinculación entre ellos se produjo en la escuela donde se hizo muy amigo de nosotros.
Tito no era muy dotado, pero siendo más culto que nosotros, andaba viendo bajo el agua y sacando todo tipo de cuentas. Con su ojo político, nos convenció a Patricio Morel y a mí, que no siguiéramos el quinto año en Santiago, sino que lo hiciéramos en Valparaíso. En Santiago nos iba a tocar taller con Oscar Zacarelli que era una lata y Tito, que estaba sacando otras cuentas: que habían otros cursos que le iban a costar, como acuarela donde se sentía mal comenzó, me imagino yo, estoy como suponiéndolo, a sacar sus cuentas
En Viña conocía a varios profesores. Estaba Rafael Gandolfo, filósofo y los arquitectos que hacían clase en la escuela de arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso. Se puso en contacto con Jorge Rodríguez Peña, que hacía clase acá y nos vinimos. Nos convalidaron todos los ramos y solo hicimos taller con Rodríguez Peña. Nos arrendamos una pensión, estudiábamos bastante, leíamos a Le Corbusier, conversábamos y hacíamos unos proyectos en común.
Características de la escuela de Valparaiso
¿Era la enseñanza muy distinta a la de la Católica de Santiago?
Yo no sé en total como lo era, pero creo que no era una mala escuela. Lo que ocurría es que era una escuela muy desordenada. Había arquitectos que tenían cierto nombre como profesores, unos medios excéntricos, unos aficionados a las matemáticas; por ejemplo, la lógica matemática que enseñaba Alberto Vial se hacía en esta escuela. Estaba también Lucho López, un personaje raro, muy famoso en esta universidad. Era en general una cosa rara. Leían mucho más que nosotros, tenían más trato artístico e intelectual pero parece que todo era muy desordenado y la cosa andaba mal en otros aspectos, porque el Padre González, cuando se hizo cargo, una de las cosas que quiso hacer fue renovar esta escuela.