
La Escuela Carlos Pellegrini
Yo nací en Buenos Aires. Me eduqué en una escuela italiana que tenía una característica muy asombrosa. Había en un muro un gran mapa de Grecia. Nunca te explicaban su significado pero estaba ahí.
Nuestros profesores eran todos universitarios, porque la escuela no dependía del ministerio, sino de la universidad. Más que lectura, enseñaban a hacer análisis de texto: Separar los textos y ponerle títulos a cada separación y después unir los acápites que tú habías hecho aparte para construir un discurso lógico y coherente. La poesía comenzó a surgir precozmente a través de la lectura de estos textos. A mí me enseñaron a leer la divina comedia cuando tenía 12 años donde había que recitar de memoria los cantos que te decía el profesor. Pero junto con la Divina Comedia, comienzan a llegar otras obras y otros autores como Apolinaire y todos los poetas de primera línea.
Ahí aprendí también que el estudio era con el juego. Para estudiar geografía, por ejemplo, había que hacerlo en un arenal donde el agua fluía. Tú leías los tres mosqueteros y al día siguiente había que jugar a los tres mosqueteros. Se hacía teatro para estudiar. Todo se pasaba realmente a la acción.
Yo, al principio, quería estudiar en una escuela industrial. Había inventado un barco que no se hundía, porque tenía unas patas que llegaban hasta el fondo del Océano. Después pensé que lo que había que hacer era entrar a la escuela naval de cadete, siempre pensando en el proyecto del barco.
Ciencias Económicas
La decisión de estudiar ciencias económicas fue un poco fortuita. La escuela me quedaba muy cerca de la casa y mi papá era amigo de un señor que tenía influencias en esa universidad.
Llegué hasta casi cuarto año. Cuando me fui, mi padre me dijo “no seas tonto” y me lo repetían todos. Mis compañeros me decían: recíbete de doctor en ciencias económicas y vas a ser un as. Podrás hacer lo que te de la gana y vas a ser autónomo, independiente y libre. Si no, siempre estarás sujeto a otra situación. Hoy les doy la razón, absolutamente. Algunos piensan que si hubiera seguido, no hubiera sido lo que soy, pero es al revés, porque todo hubiera sido más rápido. A lo mejor no hubiera vuelto nunca de Europa porque efectivamente hubiera tenido independencia.
Me retiré de la carrera porque comencé a encontrarme con el mundo de la poesía. En este mundo había otra gente. Ahí conocí a Bo, conocí a Raúl, con quienes tomamos la decisión de abandonar Buenos Aires porque era oprimente. Estaba Perón con todo lo que él fue, que fue la dictadura más salvaje. Pensábamos ir a Europa pero no podíamos porque estaba la guerra. De ahí fuimos a parar a Río.
La Ciudad de Buenos Aires
En aquellos tiempos, Buenos Aires era un mundo culturalmente de otras dimensiones. Esto ocurría porque era una ciudad muy rica. Toda la carne que consumía Inglaterra era argentina. Argentina era prácticamente una colonia inglesa. Con cada cosecha que se vendía y con cada partida de carne que se iba, entraba una riqueza monstruosa y junto con ella venía toda esta información infinita. Toda esta cultura que inundaba Buenos Aires no era propia de Argentina ni de América, sino que venía a raudales de los grandes movimientos europeos. Llegaban las grandes revistas, libros, etc. Las universidades acogían a los alumnos de una forma fantástica, habían grandes cursos de verano. Buenos Aires tenía uno de los más grandes teatros líricos de América que era el Colón.
Era un mundo de muchos acontecimientos, no solamente de cultura y mientras esto ocurría, yo estudiaba en un colegio con profesores universitarios, quienes estaban en contacto directo con esta gente. Hubo, un congreso donde estaba Marinetti . Los profesores invitaron a los jóvenes a asistir. Yo estaba ahí, con un gran profesor al lado: Gregorio Halperin. De pronto se para un tipo y me llama, me lleva aparte –él era uno de los grandes poetas de la época- y me dice ¿qué estás haciendo tú aquí? No le hagas caso a éste ni a éste… ándate a una librería y cómprate tales y cuales libros y vas a ver como es la poesía de verdad.
- ¿pero, qué pasa?
- Pasa un mundo en Europa.
En este momento había estallado el cubismo, había estallado todo. Era un boom descomunal. Había antologías de toda especie, habían libros de toda naturaleza. Estamos hablando antes de la guerra mundial. Este tipo se llamaba Diego Luis Molinari.
Hasta ese momento la enseñanza había sido dirigida principalmente por la iglesia, desde la época de la colonia. Sin embargo, las cosas empezaron a cambiar. Ya no se creyó en el dogma. La gente se volvió de izquierda, a raíz de las dictaduras y los exilios etc. Se pensaba que había que tener ideas independientes. El modelo secreto que había en el fondo, era la ciencia, que llevaba a estudiar las cosas con otro rigor, sobre un terreno firme y además verificable. Ese era el fantasma que andaba por todos lados. Cualquier cosa, el arte, la música, todo esto tenía que tener un rigor propio, interno y no a estar supeditado al gusto y a la pura variabilidad de la moda. Había que edificar un mundo nuevo.
Esta realidad nos tocaba a todos, a nosotros que veníamos del Colegio Carlos Pelegrini y a otra gente que procedía del Nacional de Buenos Aires , que pertenecían a la Universidad al igual que nosotros.
Empezamos a encontrarnos, porque íbamos a los mismos actos, comprábamos los mismos libros y empezamos a discutir de las mismas cosas. Nos juntábamos a discutir y a hablar en el café Tortoni, en los cafés que todavía están abiertos y siguen la tradición. Ibamos a las mismas conferencias, a los mismos cines, teatros, nos encontrábamos siempre entonces era natural que se fuera constituyendo un vínculo, aunque no fuéramos amigos.
Entonces se fue constituyendo una unidad. Esa unidad que se produjo no deliberadamente, se constituía por unas doce o quince personas que siempre nos dábamos vuelta en los mismos cafés. Como nosotros éramos más jóvenes, fuimos estableciendo una complicidad, no una amistad, una complicidad, así como cuando uno le hace un guiño al otro. Esa complicidad fue la que nos llevó a decirnos: ¿qué estamos haciendo acá? A cada día se pone más cerrado todo esto.
Entonces, repentinamente, alguien dio una conferencia en el Ateneo Hispanoamericano, sobre lo que pasaba en Sudamérica. Hablaba de una poesía que en Argentina era un poco clásica; a lo más se había llegado era imitar a Darío . Pero leyó también una poesía “desmelenada” que había nacido en Perú, con Vallejo y en Chile con un poeta que, prácticamente había vivido en Europa, que se llamaba Vicente Huidobro. Entonces yo dije, ¡pero qué raro, y qué será todo esto!. Y al decirlo, yo toco esta puerta y comenzaron a llegar todos los libros.
Ahí fue cuando comencé a darme cuenta de toda la gama literaria. Yo tenía mucha facilidad para eso porque había estudiado durante toda la escuela primaria.
Como yo era secretario de la FUBA tenía que ponerme en contacto con todas las escuelas y yo sabía que pasaba en medicina, por ejemplo, donde los tipos te contaban como había variado la medicina etc.. Era un mundo culturalmente de otras dimensiones, de dimensiones inimaginables. Con decirte que en un momento determinado estando acá, antes que Claudio se casara, Claudio me dijo: aquí ya hemos terminado nuestra misión, volvamos a Buenos Aires, porque la cosa está allá y todavía hoy sigue siendo.
Buenos Aires era un verdadero hervidero, tanto que para hacer la Universidad de Tucumán y llegó gente de Europa. Ahí estaba un profesor mío en economía que fue fundador de una nueva economía, de los bancos centrales. Apareció un mundo en todas las ramas.
Claudio
Claudio era de Rosario. Su padre era escultor cincelador. Tenía una instalación gigantesca. Había una fundición y una enorme cantidad de artesanos que trabajaban con él. El sueño de Girola era que sus hijos lo heredaran y se dedicaran a esto. Nadie quiso. Esa es la maldita enfermedad de la juventud.
Claudio, Hlito y Maldonado estaban en la academia de Bellas Artes. Ellos rompen con la academia, hacen un manifiesto, salen y se van. Empiezan a trabajar autónomamente, no se sabe como, pero hay que tener una orientación. Entonces van a ver a un gran pintor y los desilusiona y así sucesivamente hasta que alguien les dice: “lo mejor es ponerse en contacto con éste” y finalmente Maldonado termina de director de la escuela de Ulm en Alemania, es decir, se rompió la cáscara.
Claudio y Hlito, empezaron a saber más de lo que estaba haciendo Jacometti , de Grecia, de Roma y de los clásicos. Ellos volvieron para atrás y empezaron a estudiarlos, porque se dieron cuenta que era una estupidez romper con todo. Jacometti es el último que hace la figura humana. El decía que la gente no sabe, hay que estudiar a los grandes clásicos. Uno creía que todo esto era romper y romper. No hombre, si nosotros somos la continuidad Y .. un cuadro cubista de Gris, un Braque, es una obra pero… no se dejen llevar por la obra endemoniada de un genio como Picasso. Hay un rigor estricto que está detrás.
Por eso te digo que el fantasma de la ciencia merodeaba en la cabeza de todos. Es decir, el valor de una obra, por la estructura de la obra misma, y no por una medida exterior. Eso fue fundamental, fue la autonomía del asunto. En todo el mundo.
La medicina no podía existir sin las grandes ciencias básicas. El avance tremendo de las ciencias subyacentes a la medicina la cambiaron entera. El descubrimiento de las drogas todavía sigue hoy, el descubrimiento del ADN cambió todo en 180 grados. El régimen de las comidas, hasta eso llego, pero ¿por qué? Por esto, por esto.
Entonces empezaron los juicios temáticos: la carne produce esto… entonces ya se volvió, inclusive, muy sigilosa, la vida cotidiana en una gran ciudad en que todo se transmite y se intercambia a una velocidad de siglos.
Esta era una virtud de la ciudad. No sé si durante toda su historia. Con el peronismo yo salí volando, pero por lo que yo sé, en parte sí, porque me habló por teléfono desde Neuquén Luis Federico Pena, un viejo compañero que estudió conmigo. Él me contó que ahora ha vuelto la libertad y ha vuelto la ciudad a tener la misma vivacidad. Entonces te puedes encontrar efectivamente con las grandes cosas a la vuelta de la esquina. Te sacude el último experimento ruso en materia de cine, por ejemplo, o llega la compañía de teatro tal que es el colmo de lo nuevo.
Vivir La Poesía:
Una de las cosas que siempre enseñaban en esta escuela en la que yo iba – y todos los profesores hablaban de eso constantemente – era que uno tenía que ser congruente, es decir, no podía hablar o enseñar de una manera distinta a lo que hacía. Tenía que haber una consonancia absoluta. Decir algo o enseñar, tenía que tener un testimonio de lo que tú realmente hacías. En la profesión de arquitecto, por ejemplo, era muy habitual: se dedicaba a hacer obras y una hora se dedicaba a la enseñanza. Esa consonancia era como una ley moral estricta, había que tener una congruencia real, tú dabas testimonio con lo que hacías.
El problema con la poesía era cuáles eran los modelos de vivir poéticamente: El supremo modelo era Rimbaud. Él debía ser absolutamente congruente, hasta tal punto que dejó de escribir para siempre y se dedicó a realizar unos viajes por regiones distintas que se publicaron en una revista científica, porque eran regiones inexploradas. Entonces eran como arquetipos que se constituían en testimonios absolutos.
¿Cómo vivir como poeta? Ese era el drama que surgía reuniéndonos con toda esta gente, que mutuamente nos veíamos, nos pasábamos poemas y discutíamos. Entonces yo decidí ver si era verdad o mentira y fui a ver a su casa a Guillermo de Torre , un célebre crítico que vivía en Argentina. Le llevé mis poemas y los de los otros también y nos dijo – ya te conté- nos explicó que había una poesía más desmelenada del lado del pacífico. Les conviene más ir para allá, mientras esté la guerra y no puedan moverse.
Pensamos en Vallejo, en Huidobro, en toda esa gente. Yo supe de Huidobro porque él había pronunciado unas conferencias en Buenos Aires, en el instituto Ateneo Hispanoamericano donde había hablado acerca de lo que había hecho en Europa.
Lo que yo quería saber, era una opinión externa acerca de mi poesía. Por eso se la llevé a De Torre y a otro poeta bastante importante en la época: Leopoldo Marechal . Fui a su casa y le entregué las cosas y a la vuelta, cuando pasé a retirarlas, nos dijo: muy buena, efectivamente, aquí no existe este registro, el último gran vuelo de ala fue Darío pero hay otros lugares de América, especialmente Perú donde vivía Cesar Vallejo que ya había publicado Trilce . Ahí está mucho mas viva la cosa.
La Salida de Buenos Aires
Entonces decidimos salir. Y este salir era ir a un medio donde estas cosas circularan y fueran de uso común, no una cosa extravagante para realmente medirte. Primero pensábamos encontrarlo en Perú porque existía este poeta cuyo libro había producido una conmoción profunda en toda la literatura española y tenía una característica, que su sintaxis era discordante, era muy curioso.
No sabíamos si éste era un viaje sin retorno. A esa esa edad, tu comprendes, a nadie le preocupa nada. Eso sí, siempre pensé, que mi papá tenía razón. Una estupidez grande como una casa. Piensa que uno de los grandes poetas era ingeniero.
Ahí dijimos: hay que partir al norte. Pero ¿cómo partimos? Estaban los Campos Menéndez que eran dueños de una naviera que venía por el sur y subía por el Pacífico. Le escribimos una carta pero en esa época parece que el contador desvalijó algo y no nos pudo recibir. Entonces no pudimos tener pasaje. Pensamos meternos de polizón. Había un barco que estaba anclado en La Boca y dijimos: “vamos a preguntar si nos lleva, cuanto nos cobran, etc.” Yo tenía mis amistades de ciencias económicas que estaban en todas partes, eran todos los asesores o directores de compañías, entonces fui a ver a uno y nos dijo: “yo les puedo conseguir pasaje en un barco que se llama el Arabia Marú” pero era una época de guerra entonces era muy peligroso porque hundían muchos barcos. Entonces le dijimos, bueno, vamos. Y ahí partimos pero en vez de darnos la vuelta por el estrecho, nos llevó a Brasil, porque iba bordeando la costa. Ahí bajamos en la ciudad de Santos. De Santos subimos a Río y ahí nos encontramos con Mello y con todos los brasileros; con Napoleón, con todos ellos.
El sueño era llegar a París. París era la ciudad luz pero no había manera de cruzar el Atlántico. Dijimos, nos bajamos en Brasil y seguimos como podemos. Pero bajarse en Brasil significó encontrarse con Mello y encontrarse con un mundo gigantesco. Nosotros no conocíamos nada de la poesía brasileña que, era inmensa y Mello estaba ahí.
Nosotros no teníamos donde alojar y fuimos a un pequeño hotel donde nos recomendaron una casa de una persona muy importante. Era un palacio que arrendaban por cuartos. Entonces fuimos y nos quedamos. Yo me acuerdo que cuando nos encontramos por primera vez con Mello, las personas creían que nosotros éramos unos millonarios argentinos que vivíamos en esa casa.
Había una persona que había viajado con nosotros en el barco, que se llamaba Roland Turner. Era peruano de origen inglés y la familia le pagaba los pasajes porque era muy histérico y querían que se fuera. Llegamos ahí y nos llevaron al café La Maribiño que era un punto neurálgico. Ahí llegó un tipo que nos quiso presentar a un grupo de poetas. Era un hombre gigantesco y descendía de un prócer de la patria. Entonces fue a buscarlos y al poco rato llegaron con Mello.
Mello
Mello había sido cura, de la congregación de San Alfonso María de Liborio y se había salido un año antes de ordenarse. Estaba casado con una niña llamada Magdalena.
Empezamos a hablar y nos dimos cuenta que tenía una voz fabulosa. Nos preguntaron si estábamos a favor o en contra. Ellos eran integralistas , fascistas brasileros. Todo el mundo estaba en esa posición en América Latina porque éramos colonias inglesas. Entonces éste empezó a hablar y sabía una barbaridad de cosas. Ahí se acabo el partido, se varió todo, se formó otra cosa, apareció un proyecto distinto.
El proyecto era siempre llegar a Europa. En ese momento había dictadura en Brasil y había algo parecido a la operación Cóndor, de Pinochet, que se había extendido a toda América. Había un político que había invitado a Castro a Brasil. Ya se veía que no iba a ganar Alemania y la gente empezaba a girar para el otro lado.
En esas circunstancias nos juntábamos, hablábamos, discutíamos, nos mostrábamos las cosas, ellos nos mostraron un registro de la poesía brasilera que nosotros no teníamos idea. Claro, era gigantesca, Euclides da Cunha , por ejemplo, era una cosa monumental y quedamos boquiabiertos. En Argentina no se conocía nada.
Esto significó que nosotros nos quedamos en Brasil y ahí se fundó la “Santa Hermandad de la Orquídea” Este era un grupo que se formaba bajo el lema “o Dante o nada” había que ser Dante o nada. Eramos Efraín Tomas Bó, Raúl Yung, Napoleón López -que se cambió el nombre a Agustín, que después se casó con la Carmen Yañez- estaba también Gerardo Mello. La familia de Mello era muy importantes en Brasil. Era una familia muy antigua, de origen indígena, mezclada con la mujer de él, que era una familia Barros Carvalho. Ellos eran importantísimos y el papá de ella había sido Senador: Antonio de Barros Carvalho.
En Brasil estuvimos bastante tiempo. La idea era llegar a Europa. Como había dificultades, decidimos viajar siempre para el norte. De ahí fuimos subiendo, Bahía y llegamos a Belém do Pará, donde venía llegando una misión presidida por el hijo de un célebre actor de cine. Ellos venían porque se pensaba hacer una invasión a Africa con sede en Belém, en Brasil. Él dio una conferencia de prensa y yo me acuerdo que dijo una cosa bastante cómica: A ustedes les conviene mucho mas ser ciudadanos norteamericanos que ingleses porque tienen una ciudadanía mundial.
En Belém, yo me enfermé de malaria y casi me muero. Entonces dijimos, sigamos subiendo el amazonas hasta llegar al otro lado. Atravesamos el Amazonas entero porque el Atlántico estaba todo minado. Pensamos subir por el Pacífico, que era la idea primitiva, lo que queríamos hacer con la compañía Campos Menéndez.
Ahí nos separamos, porque yo estaba muy enfermo. Decidieron que yo bajara a Buenos Aires porque no había hospitales, no había nada. Entonces Bo y los otros decidieron seguir hacia Mexico. Yo bajé, me pagaron el avión, llegué a Buenos Aires. Me acuerdo que se asustaron mucho al verme y estuve mucho tiempo en tratamiento.
Ahí cambio la vida, porque dije ¿qué vamos a hacer? y siempre nos quedamos con esta idea de la poesía desmelenada que estaba en el Pacífico.
Había llegado una revista de José Bergamín , que se llamaba Cruz y Raya en la que había un trabajo de él que se llamaba “el pozo de la angustia” muy bonita. La miramos y decidimos mandarle los poemas, siempre tratando de que alguien nos dijera si valía la pena seguir escribiendo, con esa inseguridad normal que uno tiene a esa edad.
Chile
Entonces dijimos: como no podemos pasar por abajo, tomemos un tren y crucemos la cordillera. Eramos Raúl Young, Bo y Napoleón. Bo había llegado solo a Mexico, no me acuerdo bien cómo nos reunimos nuevamente en Argentina. Así llegamos a Chile. El propósito era encontrarse con Huidobro.
... bueno, después en Chile viene toda la historia conocida…
Yo ya estaba en Santiago cuando conocí a Alberto.
Había una agencia de publicidad en la calle Ahumada que era de Pepe Estefanía. La agencia se llamaba Taurus y había mucha gente ahí. Pepe estaba casado con la actriz Ana González y era un tipo muy fabuloso para los negocios, una fiera. Y entonces… ¿que hacer?... lo único que podemos hacer es spots, publicidad, una cosa que pudiera venderse. Él contrató a mucha gente y por alguna razón estaba Alberto, quién se había vuelto uno de los profesores muy importantes de la Católica. Alberto ya tenía un estatus. Era uno de los tipos que Sergio Larraín distinguía siempre.
Yo sé que nos conocimos en la agencia de publicidad o quizás por la Acción Católica, donde yo había conocido mucho a Santiago Brurón, que era su presidente nacional.
Yo no estaba bautizado, porque mi papá había establecido que cada uno era libre de elegir a la edad madura. Napoleón sí era católico, Mello, para qué te digo.
Revolución 1949 en la UC
Cuando se armó el boche en la Católica, alguien les escribió una carta, creo que fue William Thayer . Pero el tono de esa carta implicaba salirse de la iglesia, porque ellos en esa época estaban hacia el lado de Frei que representaba el anti-autoritarismo de la Iglesia Católica.
Por algunas circunstancias, alguien dijo: “Yo conozco a un tipo que tiene bastante experiencia en las luchas universitarias” -porque cuando yo llegué acá, tomé contacto inmediatamente con la vida universitaria, con dirigentes universitarios buscando trabajo- y entonces dijeron, vamos a hablar con él.
Vinieron Pepe, Jaime, Tuto, no me acuerdo quién mas. Cuando ellos me mostraron la carta, yo les dije: esta cosa no se puede hacer, porque la carta era un poco… no era contra la iglesia, francamente, pero era … -bueno no te olvides que la reforma agraria la hicieron ellos, los demócratacristianos, no Allende-.
Yo les dije, no, no, de ninguna manera. Búsquense otra cosa que no se salga del contexto general, porque si no, van a ser excluidos al primer minuto: “no, no, estos son comunistas” y punto. Parten y están descalificados, no tienen nada que hacer.
No me acuerdo si les redacté algo, pero les di una orientación, les dije: tómenlo en este sentido.
Después de eso, se estableció una real amistad. Todos eran todos magníficos, de primera línea. Ellos estaban bien informados. Conocían perfectamente la arquitectura moderna. No es que la hubieran estudiado, pero conocían bien las cosas. Entonces, en ese sentido, tenía consonancia con lo que yo tenía con los Girola. Ahí empieza a desarrollarse todo… ahí empezó todo: Bueno, qué hacemos, pasamos por allá, por acá,
Cuando Alberto recibió el ofrecimiento de irse a Valparaíso, empezamos a hablar y con un criterio bastante objetivo, no me acuerdo bien quién propuso que nos fuéramos todos. Una persona sola no puede hacer nada. ¡que va a hacer! es un profesor entre mil. Lo que hay que hacer es que vaya un grupo coherente, que sean bastante coherentes entre sí. Entonces ahí fue cuando el Padre González Foerster se encontró con la sorpresa, porque él esperaba a uno y llegaron siete.
Grassi
En algún momento, tomamos contacto con Grassi . A partir de esa relación aparece un proyecto de irse a Europa. Grassi pensó que nosotros podíamos hacer realmente una cosa mucho más importante en Europa que aquí. Grassi infló mucho la situación
Grassi era muy amigo de Juan Gómez Millas . El lo llevó a Berlin cuando estaba Clodomiro Almeyda de embajador, para que conociera el otro lado del muro.
Grassi originariamente vino para América porque él tenía una teoría muy importaante desde el punto de vista filosófico. Si la realidad entra por los sentidos, el buscaba un lugar que no hubiera sido tan trabajado por la historia, que fuera más ingenuo, en el sentido real de la palabra, de “ingénito” autóctono, donde poder encontrar la realidad, una realidad distinta, profunda, nueva. El se imaginaba que prácticamente no había tradición ninguna aquí y cuando llegó a Brasil tuvo mucha influencia sobre él un gran tipo brasilero que era integralista: Vicente Ferreira da Silva y había un gran tipo también, que era un gran especialista en derecho internacional que se llamaba Miguel Reale , son tipos de un gran vuelo
El que tiene escrito todo esto es Joaquín Barceló (actualmente director de la Andrés Bello) en un artículo de una revista de filosofía de la Chile que creo que dirigía Estrella. Barceló tuvo relación con Grassi porque él estudió en Alemania. El fue a Munich porque estaban los grandes filósofos allá, desde Heidegger hacia arriba.
Grassi era de una fidelidad tremenda a Heidegger pero tenía un pleito muy grande, porque Heidegger y todos los alemanes, en general, consideraban que la lengua latina no tenía un contacto real de la madre Grecia y con el gran pensamiento mundial. Hay que reconocer que en esa época, Alemania tronaba como un mundo, tenía todo, desde Beethoven hasta la mar en coche.. Entonces Grassi hizo este intento. Hizo un libro que se lama “La metáfora inaudita” donde hace el esfuerzo en decir que la retórica, en el buen sentido de la palabra, no era una figura literaria sino un modo concreto de otra realidad. Y él era muy amigo de un tipo muy importante que se llamaba Thure von Uexküll que era uno de los grandes. Munich en esa época, no te voy a decir lo que tenía, estaba Heisenberg, Heidegger, estaban todos.
Él, siendo discípulo de Heidegger, tenía algunas diferencias importantes porque pensaba que no había visto bien cuál era el problema de la retórica. Grassi quería investigar sobre lo latino, hacer la prueba. El iba y venía durante un tiempo. Primero creo que fue a Buenos Aires a un congreso, después a Mendoza y luego a Chile.
Grassi tuvo una relación muy decisiva con este proyecto de Europa
Lo que le impresionó a Grassi fue la observación. El habló mucho de lo que era la observación, que coincidía con la manera en que Heidegger enseñaba a leer los textos. Se le ponía al lado de cada párrafo la idea principal y después se tenía que ligar todo lo que habías acotado, de manera que era una comparación rigurosa. A él le impresionó el criterio con que trabajaban estos arquitectos.
Me acuerdo que Grassi empezó a venir duro y parejo al cerro castillo, vino con su esposa, se instaló, llamó a un peruano muy importante y lo trajo… se abrió enormemente. Al final se transformó en un verdadero amigo.
Amereida
Respecto a lo que fui a hacer a Europa, te voy a contar una cosa que parece un chiste: prácticamente, en un momento determinado, saqué cuentas una vez –puede que me equivoque- pero yo nunca hice un viaje de turismo. Siempre fui específicamente a hacer una cosa. Yo les decía a todos: Europa es como una bella prostituta; se da a todos pero exige de todos un regalo, que le den algo. Entonces hay que ir a hacer algo. Efectivamente cuando yo llegué a París, se formó “reveldíe poessie” se armó la phàlene, se armó todo eso, una cosa gigantesca, una cosa internacional. Iba al centro del mundo. París era un destello, la ciudad luz, incuestionablemente. Ahí estaban todos: todos los grandes nombres de esa época estaban en París, desde el instituto Pasteur para abajo.
Yo vivía en París y partí a Munich. Grassi, para vivir, me hizo hacer un libro, entonces yo daba conferencias que me traducían. Me acuerdo en un teatro, cuando yo estaba hablando, -para que veas que endiablada es la vida- lo único que no decían es que yo era sudamericano. Para presentarme, decían: “este poeta de origen italiano, argentino-italiano” porque si no, perdías credibilidad inmediatamente. Un sudamericano era un “sudaca” entonces qué vas a esperar de un “sudaca”, ni soñar. En ese sentido, la pelea que dio Huidobro fue gigantesca, pero fue tanto que Neruda, para joderlo lo llamó “Reverdogro” porque decía que le copió a Reverdy.
Entonces hago unas charlas y en un momento determinado, voy saliendo y llega una niña bellísima que se acerca a hablarme, era una estudiante. Grassi me traduce y la niña me hace una pregunta expectante: “usted, que es un americano, por qué nos viene a decir a nosotros los europeos qué es lo que tenemos que hacer” (porque yo hablaba de Hölderlin y de Novalis , yo hablaba de algunas cosas que eran claras en la gente que me oía. Qué iba a hablar yo de Neruda y de Gabriela Mistral, que no los conocía nadie, a pesar de ser premios Nobel. Entonces, la niña largándose me dijo: y ¿qué es lo que son ustedes? ¿quienes son ustedes? ¿ustedes son una especie como de secreción de inmigrantes europeos?
Estas eran preguntas para descalificarme, es decir, “cómo te permites venir a decirme quién soy yo cuando tú eres apenas un recién nacido que no tiene origen”. Yo me quedé perplejo. Es cierto. Entonces, me acordé de Virgilio, el poeta que escribió la Eneida y diciendo… (le pasó lo mismo a él, porque él dijo) “estas musas que están en Grecia, yo las voy a llevar a Roma” y lo que él escribió -la Eneida y todo eso- es una apología de Roma. ¿Qué es lo que nosotros somos en virtud de la herencia Europea? ¿qué es lo que hemos asimilado y qué es lo propio y característico de nosotros? De ahí nació la hospitalidad, de ahí nació todo eso. Ahí empezó a esbozarse Amereida
Yo leí a Gorman (La Invención de América) y un argentino que se llama Roberto Levillier que escribió América la bien llamada. En ambos casos, el problema era por qué América no se llamaba Colombia. Era por Américo Vespucio y porque él se dio cuenta que no era las indias, sino un nuevo continente ajeno completamente, y que dicho sea de paso, era la cuarta parte del mundo
Yo leí a Gorman a raíz de los historiadores argentinos, Roberto Levillier siempre citaban a Gorman como la máxima autoridad. En la escuela que yo estudié, Gorman era un especie de semi-dios, era un tipo intocable dentro de los que se habían preocupado de cómo era esto de América. Ahí fue donde Octavio Paz encontró la solución, que era: si la cosa era auténticamente americana, pero que América le había dado a Europa y como Europa le había dado América y él establecía la conexión.
Ahí apareció una forma de pensar América que después fue largamente desarrollada por todos, Miguel, Alberto, todos. Aportaron también los europeos y surgió un largo debate. Me acuerdo que hubo un debate profundo entre Fedier y Alberto, genial, porque Fedier decía que … qué quería decir la destinación . Esto, a propósito de que en Europa todas las casas tenían cavas donde se guardaban los vinos y que América no conocía eso. Entonces se produjo una discusión y un despelote padre… entró en revisión entera el cuestionamiento americano. Con la ventaja, en el caso de Miguel, que él era descendiente de Montaigne , en forma directa, era como el ejemplo palpable de esa realidad, era directamente heredero de Montaigne, es decir, llevaba en su sangre la quintaesencia de la Europa profunda.
DV Miguel dice que era más poeta que usted
Pero imagínate, si llevaba a Étienne de La Boétie , -hay una calle que se llama así en Champs-Élisées, que era el último amigo de Montaigne.
Me acuerdo porque.. no, esto es copucha pero.. me acuerdo, porque siempre hay un problema trágico en América. Las familias tradicionales chilenas, como a las que pertenece Alberto Cruz, por ejemplo, siempre se consideraron… el arquetipo de esto era Francisco Bulnes, el senador que acaba de morir, era la quintaesencia de esto, era lo que se llamaba la derecha ilustrada, era la profundidad, la latitud, la hondura, la tradición americana y venían de los genuinos conquistadores, etcétera etc. etc., en cambio los tipos como Miguel eran “extranjeros” cosa que es absolutamente absurda porque es la locura completa.
El origen europeo está mucho mas cerca de Miguel, absolutamente, a quilómetros luz, imagínate qué, aún siendo hijo directo de Ercilla… pero Ercilla era español. Hay que poner a Pedro Oñez de Cevallos para que aparezca el Arauco Domado que es como la primera manifestación más autóctona.
No, en ese sentido, Miguel era la quintaescencia. En la Escuela yo siempre le tomaba el pelo y le decía Étienne de La Boétie, aquí le tenemos en persona. Parece mentira pero era verdad.
Mello, por su parte, era brasilero de quinientas generaciones, lo que es cierto, pero la familia de Lea es portuguesa, de quinientas generaciones antes, desde la época de Vasco de Gama.
Miguel tenía un tío que era un ángel de Dios. Alberto, una cosa así, un tipo inaudito, un santo hecho y derecho y se confesaba no por él sino por los pecados de los otros. Miguel tenía una viña, es de la más profunda “cus”
Retorno de Europa
El retorno de Europa se produjo porque que sin Grassi yo no tenía medios económicos para subsistir. “No comiences nunca lo que no estás dispuesto a abandonar”, que es lo contrario del otro: “no comiences nunca lo que no estás dispuesto a perseverar”, porque hay que mantener un desapego permanente, inclusive con lo que se hace. No hay que dejarse confundir nunca las dos situaciones. Eso fue llevado a grandes extremos porque, por ejemplo, la importancia grande que tuvo la rebelión de poessie en Francia fue porque yo establecí un sistema de literalidad: forzar la lengua de lo que se traducía, doblegarla, no adaptarla al buen decir, sino obligarla a ser fecundada por la lengua que tú traducías. Si en griego o en latín estaba constituido así, había que violentar el francés para que se estableciera el nexo y no al revés.
Christos trabajaba también en este círculo. Había mucha gente, siempre permanecimos abiertos. Nos reuníamos generalmente en la casa de Deguy .
Yo conocí a Deguy un poco por Grassi, porque estuvo en Paris haciendo clase junto con otros. Hay un libro fabuloso que yo te aconsejo que lo consigas, de Alexis Carrel (no Luis Carrel), muy católico, súper científico. El libro se llamaba “El Hombre, ese desconocido”
Se relaciona con esto por el correlato entre el modo de vivir y el modo de ser, esa congruencia, por la qué es exigida, en algunos casos, por la propia forma del cuerpo humano y la propia existencia concreta y real de cada día, no la vida en general.
Alberto
Yo encontré de Alberto un tipo fabuloso. Así como Leonardo había hecho del dibujo un método del conocimiento, Alberto había hecho de la arquitectura un método del conocimiento.
Hay mucha gente dentro del instituto que le tenía pavor, porque pensaban que no había que construir esto sino … pero yo creo que sí. Me acuerdo cuando Alberto inventó la arquitectura coral, es decir, no hecha por uno, sino por todos. Esa es la cosa de Lautréamont en los poemas , entonces cada uno aportaba lo suyo.
Eso viene directamente de la poesía. Yo inventé la Phálene por eso, porque dije ¿como puedo hacer la poesía con otros? así como Sócrates, le haces deducir un poema, como un partero, le sacas del fondo de las cosas todas sus posibilidades. Alberto tiene ese don. A Fabio le daba terror (esto no lo digas) porque esto iba a terminar en que no se construía nada, sino que iba a terminar en un texto, cosa que no es cierto. Yo creo que eran exagerados los temores de Fabio y además porque efectivamente no era así. Lo que Alberto quería era que cada uno diera lo mejor de sí y que la obra fuera absolutamente la exaltación de las mejores virtudes de cada uno. Eso fue la phàlene. Alberto quiere hacer la arquitectura con todos y no con uno y lo logró.
Yo creo que al que hay que valorizar mucho es a Miguel porque efectivamente él lo lleva en la sangre, es la realidad absoluta. Yo me acuerdo cuando él hizo el Antumalal, una cosa fuera de escala, y la casa de Lucho Peña la hizo él con sus propias manos.
En cuanto a los otros, Pepe era un especie de fenómeno. Alberto decía : era el benjamín preciado de los arquitectos jóvenes, porque era un fenómeno, de una fidelidad, de un coraje.
Yo siempre pensé que lo que ellos habían pensado de la arquitectura y como lo habían pensado, era realmente un aporte fuera de escala. Tanto es así que, uno de los puntos cruciales, pero que era muy difícil de debatir, es que no se hacían obras de beneficencia. No era como esas misiones que parten en los trabajos de verano sino que era realmente una obra que aparentemente llevaban consigo su genuina inutilidad, su gratuidad pero eso no impedía que fuera útil, pero en sí no estaba pensada como para desarrollar un programa sino que se inventaba el programa.
Se decía que Alberto era poco proclive a hacer obras. Eso fue una leyenda, pero no es cierto. Lo que sí es que al principio tenía miedo en que se cayera en el ejercicio habitual de recibir un programa, tener un esquema y aplicarlo. No precisamente lo que se llamaría arquitectura profesional, porque hay arquitectura profesional de primera magnitud, que siempre tiene un pequeño giro.
Yo decía algunas veces que en la ciudad no hay arquitectura porque está todo reglamentado antes. Una frase célebre de Alberto : “no se puede perder el arte del cuchitril”. La disputa que siempre tiene Valparaiso es la lucha titánica de tener una arquitectura como que fuera plana, sin ignorar la pendiente y todo lo que lleva consigo esta lucha y tensión enorme no se puede perder –decía Alberto- y esa tensión en aras de una perfecta armonía. No, lo que tiene que pasar es que la obra manifieste esta disputa, no la oculte o no la disfrace de otra cosa, que la ponga de manifiesto. De ahí nace la observación en grado extremo y como se coge un hilo de la observación y se enreda y se teje y se desteje, en fin, sigue todo lo que tú ya sabes.
Yo una vez le mostré a Fabio cómo -sin que él se lo propusiera- cómo hizo poesía pura, fuera de escala, multiplicado por mil, ellos mismos. En ese sentido yo reconozco que Alberto es un fenómeno, un verdadero Sócrates, hacía hacer cosas increíbles a un tipo, lo llevaba hasta las nubes des sus posibilidades.
¿Es real la poesía?
El título del libro que yo escribí con Grassi es “La realidad de la irrealidad poética”
Buscar el destino poético de América, por ejemplo, es una realidad decisiva. Es tan real lo que te digo, que fue América la que inventó el derecho de Asilo. Esto te lo digo del punto de vista del modo como explotan las cosas. Existía antes pero de otra manera. Un tipo se escondía en una iglesia pero ….
En la Escuela se hace arquitectura desde la poesía. No se si es la forma exclusiva de hacerlo, pero yo se que … hay una conferencia de Fabio que se la dio, si no me equivoco, al propio Frei (Montalva) a propósito de la vía elevada, que es fabulosa. Hizo una exposición magnífica para mostrar que lo que parecía que había que construir era lo que no había que construir sino que había que construir otra cosa que daba lugar a otra cosa, pero de una forma verdaderamente prodigiosa.
Me acuerdo que, de pronto, Mena, todos, por el conducto de la Isabel Margarita que le gustaban mucho las matemáticas, le dijeron: hay un sistema; te podemos dar a ti una fuerte enseñanza en matemáticas en muy poco tiempo. La Isabel margarita dijo “no me importa nada; yo no pienso las matemáticas así, para mi las matemáticas son otra cosa” entonces nació el término “la música de las matemáticas”
La poesía es como el oráculo de Delfos, no enseña ni critica sino indica. Es como un semáforo que dice: ya se puede pasar.
Eso es la Poesía.