I- Reflexiones en torno a una definición de arquitectura
Primera definición de Arquitectura:
“extensión orientada que da cabida”
(esto se dice al inicio de la Exposición de los 20 años de la Escuela – 1972)
Sin embargo a lo largo de los años fui explicitando esta primera definición. En un comienzo reemplacé el término “arquitectura” por “obra de arquitectura”, con el fin de destacar su materialidad.
Luego, la definición de Obra de Arquitectura por ahora ha quedado así;
“Extensión material (1) orientada (2), de manera de dar cabida y acoger a los quehaceres y oficios (3) de los hombres cogidos por las tareas del mundo (4), de suerte que ellos –quehaceres y oficios- se manifiesten como Fiesta Consoladora” (5)”
(1) “Material”: se trata de una extensión, concreta, tangible, temporal, contingente; no, por ejemplo una extensión geométrica abstracta, o topológica.
(2) “Orientada”: dispuesta, configurada, ordenada, articulada, con sentido.
(3) “Quehaceres y oficios”: que se dan –y tienen lugar- en el ámbito de lo extenso.
(4) “Hombres cogidos por las tareas del mundo”: Esto está tomado de la carta del Herrante (G. Iommi). Lo considero como una manera de aludir a las personas sin distinciones especiales, en su vida corriente, cotidiana.
(5) “Fiesta Consoladora” (Carta del Herrantem capítulo “poesía es fiesta”)
Respecto a “fiesta”, Iommi dice “Y la fiesta es el juego, supremo rigor de mi libertad” (en el capítulo “La poesía es fiesta”).
Respecto a “Consoladora” dice: “consolar” quiere decir revelar constantemente a los hombres el esplendor que llevan en ellos, el fulgor de esa pura posibilidad antes de toda elección.
Parafraseando (y forzando) esta última cita para llevarla al ámbito de la arquitectura, me gustaría decir que “consolar” quiere decir: revelar constantemente a los hombres (…) el esplendor de la posición y del tamaño que llevan en ellos.
A esto lo podría llamar “la Consolación Arquitectónica”. ()
Para que esta definición de Obra de Arquitectura que hemos venido construyendo no conduzca a equívocos, se requiere precisar el tipo de “quehaceres y oficios” que son susceptibles de manifestarse como “fiesta Consoladora”. Sin embargo de esto hablaremos cuando abordemos el Encargo.
Extensión orientada que da cabida
Extensión material que da cabida.
Extensión material orientada de manera de dar cabida a los quehaceres y oficios de los hombres.
Extensión material orientada de manera de dar cabida a los quehaceres y oficios de los hombres cogidos por las tareas del mundo.
Extensión material orientada de manera de dar cabida a los quehaceres y oficios de los hombres cogidos por las tareas del mundo, de suerte que ellos- quehaceres y oficios- se manifiesten.
Extensión material orientada de manera de dar cabida a los quehaceres y oficios de los hombres cogidos por las tareas del mundo, de suerte que ellos- quehaceres y oficios- se manifiesten como Fiesta.
Extensión material orientada de manera de dar cabida a los quehaceres y oficios de los hombres cogidos por las tareas del mundo, de suerte que ellos- quehaceres y oficios- se manifiesten como Fiesta Consoladora.
II- El Encargo Arquitectónico
Toda obra de arquitectura tiene su partida – no su origen- en un encargo.
Pero el Encargo viene externamente al ámbito propiamente arquitectónico.
Es por medio del encargo, que la obra se relaciona y ata con la realidad contingente (también existencial e histórica), de “los hombres cogidos por las tareas del mundo”. Y es porque la arquitectura cae en la realidad material, es que tiene un aquí y un ahora. Por ejempl, en el caso de las obras, deben dar cabida (en determinada permanencia) a la vida de los hombres con sus características y condiciones, orgánicas y fisiológicas, propias de la especie.
Necesidades de respirar, límites de temperatura y humedad; condiciones luminosas, acústicas, olfativas y táctiles; espacios mínimos para circular; etc. (Estas son necesidades de “supervivencia”, no de “vivencia” como la belleza.)
El encargo es formulado por el príncipe, el político, el alcalde, la junta de vecinos, el empresario, la dueña de casa, etc. Esta formulación se plantea al arquitecto en un lenguaje convencional, vale decir convenido y comunicacional.
Éste señala el “Hic zet nunc” de cada obra, es arbitrario y exógeno para el arquitecto. No le es propio. El arquitecto no puede arrogarse una autoridad que no tiene y que limitaría la imprevisible riqueza y variedad de la complejidad de la realidad.
Por dar un ejemplo, Dédalo recibe de Pasifae el encargo de dar casa al Minotauro, de tal suerte que ningún ciudadano de Knosos pueda vivir si ha visto al monstruo. He aquí un asunto político, o de Estado.
Pero, ¿de donde procede y cobra existencia el Minotauro? De un amor ilícito de la reina con el Toro mítico del Mediterráneo.
¿Qué tiene que ver este hecho con el oficio del arquitecto de la casa del monstruo? ¿de dónde podría ocurrírsele semejante situación?
Otro caso: al arquitecto Alberto Cruz se le encarga proyectar una capilla recordatoria situada en Pajaritos, próxima a Santiago.
El encargo tiene su origen en la muerte imprevisible de una hija de 20 años de los dueños de la propiedad.
¿Qué tiene que ver este acontecimiento de la realidad con el oficio mismo del arquitecto?
Si bien el encargo no surge del quehacer arquitectónico mismo, dice de las necesidades primordiales que la obra debe acoger.
Tales necesidades (expresadas en el lenguaje convencional) o funciones, le dan el “nombre civil” por así llamarlo, a la futura obra de acuerdo a sus características funcionales o de uso: “casa”, “templo”, “conjunto de oficinas”, “mall”, “teatro”, etc.
A su vez, el encargo también dice de la magnitud de la obra: casa para una familia de 5 personas, un teatro para 200 espectadores, una universidad para 12.000 estudiantes. De igual manera, las “necesidades funcionales” dan una seña de las magnitudes de los recintos necesarios, y conjuntamente, de posibles características estructurales y constructivas.
Esta primera indicación o fijación general de la obra, por parte del encargo, también establece ciertas relaciones funcionales de las características y requerimientos de los recintos, junto con dar un rango de posibilidades constructivas y estructurales. Dice de las localizaciones posibles y del tiempo de ejecución de la obra.
Surge ahora una pregunta: ¿qué condiciones ha de tener un encargo para que “caiga” en la dimensión arquitectónica?
Perfectamente podría suceder que lo encargado pertenezca al dominio de otros oficios como la ingeniería; o bien que el encargo venga “sobredeterminado” e invada aspectos que son propios e indelegables al arquitecto, quien debe llegar a manifestar la “Fiesta Consoladora”. ()
A continuación trataremos acerca del proceso creativo de la obra arquitectónica.
Se podría desglosar en las siguientes partes:
a/ El tiempo de la Observación
b/ La Dilucidación del Acto Arquitectónico a que la obra dará cabida.
c/ La disputa de la Forma que decanta finalmente en un ordenamiento material concreto.
A/ La Observación
Quisiera señalar que los conceptos de “croquis” y “observación” no los vamos a tomar como dos asuntos separados y de peso equivalente; sino que el Croquis lo consideraremos contenido en la Observación, como parte de ella.
Hablaremos entonces, fundamentalmente, de Observación, y más precisamente, de observación arquitectónica.
La primera afirmación, es que la Observación es posible porque “la condición humana es poética”, y porque el hombre vive libremente en la vigilia de hacer un mundo” (exposición escuela 1972).
El hombre está irremediablemente llamado y obligado a hacer y rehacer el mundo. Vale decir a re-inventarlo una y otra vez. (nótese qye etimológicamente la palabra invento tiene que ver con “ventura”, y consecuentemente con “aventura”).
Y esta urgencia y obligación, puede cumplirla porque tiene la posibilidad de ver el mundo, su mundo, siempre de nuevo, de “verlo como por primera vez”. (Aquí la palabra ver es tomada en el sentido amplio; tal vez podría hablarse de “percibir”).
Tenemos entonces que este medio que nos envuelve, y de donde transcurre nuestra vida, aparentemente tan concreto y objetivo, no es tal. Depende de nuestra mirada y el modo de mirar, para que se muestren algunos rasgos y connotaciones muy diferentes.
“Observar” sería entonces esa actividad del espíritu y el cuerpo, que nos permite acceder, una y otra vez, a una nueva e inédita visión de la realidad.
Observar en el sentido que lo estamos considerando, se convierte en una verdadera abertura. Se trata de algo pofundamente artístíco y por ende poético, que no se puede garantizar. Es un regalo o Don; no un procedimiento o método que necesariamente conduzca al éxito.
(ejemplo del árbol de la Phalene en Francia)
Si nos atenemos a los momentos del proceso creativo de la obra de arquitectura señalado anteriormente, vemos que la Observación está al inicio del proceso. Es por lo tanto el fundamento que afirma todo lo que se desprende de él.
Pero en el caso de un Taller dirigido a configurar un proyecto de obra ¿qué es lo que observamos?
En lo fundamental, situaciones del habitar extenso que se vinculan de manera directa o indirecta con las exigencias señaladas burdamente en el Encargo.
Por ejemplo, observamos el barrio con su vida y espacio; las calles próximas; el sitio de la obra; asimismo actividades y quehaceres a que la obra deberá dar cabida.
Esta suerte de mirada penetrante y casi misteriosa que es la Observación, es la que nos permite acceder cada vez, en cada caso – ya lo señalamos- a una nueva realidad.
Por la Observación, lo aparentemente conocido, lo ordinario, lo trivial, lo cotidiano, sale de lo neutro y de lo homogéneo y cobra sentido, vale decir cobra UN sentido.
La observación nos entrega una clave que nos permite acceder, podríamos decir, al secreto íntimo de ese lugar, de ese cuerpo, de ese acontecimiento.
Y es en esta nueva realidad donde la obra arquitectónica se inserta; y es a estas nuevas “realidad revelada” a las que ella debe dar cabida. Y la observación nos exige mucho más que el simple Encargo.
Estamos frente a una realidad compleja, incierta, inestable, que se sale de lo ya conocido. Se trata de una realidad que nos trasciende. Nos sobrepasa, nos saca fuera de sí. La obra para insertarse a ella, deberá también participar de esta trascendencia.
Estamos de lleno en el arte. En la emoción y admiración. En la Belleza.
Ahora bien, la Observación la llevamos acabo básicamente apoyados con el dibujo (de cierto tipo llamado croquis), y con la palabra.
El croquis no es un método automático, que sólo exige dedicación y cierta habilidad.
La realización de un croquis obliga necesariamente a elegir cada vez, vale decir abstraer de entre las infinitas connotaciones luminosas que tenemos delante.
Elegir por donde comenzar a recoger, elegir un primer rasgo, y luego otro. Elegir el tipo de línea capaz de interpretar cada rasgo (espesor, intensidad, grado de continuidad). Elegir cientos de veces hasta decidir cuando detenerse.
Pero en función de qué se elige y abtrae?
Es necesario haber descubierto cierta estructura ordenadora en esa infinidad de connotaciones. Esta estructura es algo que ya está ahí de manera oculta, en potencia de ser descubierta. Dicho de otra manera yo le impongo una estructura a aquello que estoy mirando. Se trata de un acto profundamente creativo e inédito, constructivo y poético.
La materialización de un croquis es un diálogo difícil entre la cabeza que elige y la mano que raya el blanco del papel. O bien, diálogo entre la mente que abstrae y la mano que interpreta y ejecuta.
Pero dentro de la Observación está también la Palabra.
Hay una palabra que constata o describe que complementa al croquis; por ejemplo sonidos, temperatura, medidas, datos.
Sin embargo hay otra palabra más sutil, compleja y radical que acompaña al dibujo y nace simultáneamente con él. Es la palabra que indaga acerca de lo que se está contemplando y dibujando, intentando recoger el sentido y lo más importante: una palabra que nombra.
La aparición de la palabra que nombra, hace que aquellas cosas y aspectos que el croquis va recogiendo cobren existencia, en el paso desde la posibilidad a la elección.
Dibujo y palabra forman la completitud de la Observación, y cómo se gesta en el tiempo original del croquis, tiene suelo firme.
B/ EL ACTO
Un segundo momento en el proceso creativo de la obra de arquitectura es el Acto Arquitectónico.
Cualquier obra da cabida a infinitas y variadas acciones o quehaceres, cotidianos y extraordinarios. Nosotros planteamos que a través de la observación podemos vislumbrar una actividad trascendente que engloba todos los aconteceres. El Acto es el modo particular de habitar la extensión.
En el proceso creativo, estos nombres surgen tímidamente, en una suerte de disputa con nosotros mismos, como interrogantes en busca de una respuesta.
Es un proceso que podríamos llamar dialéctico, donde el nombre que intentamos poner nos muestra otro aspectos, y vuelve a la espera de un nuevo nombre más afinado. Es posible decir incluso que el nombre mismo le cobra a la obra.
Finalmente el acto tiene que ver con el origen mismo de la forma. El Partenón tenía su condición de templo lo lleva adentro, es inmodificable y trasciende a los usos.
C/ E.R.E. o FORMA
(estructura radical de la extensión)
Primero que todo, las obras deben tener la capacidad de mantener en un tiempo determinado las propiedades y virtudes requeridas para dar cumplimiento a los propósitos para los cuales fue erigida: del Acto y del Encargo. La obra no debe des-formarse y perder sus propiedades.
Por ejemplo, el montaje de una exposición de 7 días, o una Iglesia para los siguientes 100 años.
En esta disputa del gobierno de la materia, es evidente que de algún modo, las obras se “posan” en el suelo. Y dado que normalmente estas son fijas e inmóviles, este “posarse” es también un “arraigarse” o “fundarse”. Dependiendo de las características formales y materiales de la obra y del suelo, junto con su magnitud, habrán diferentes modos de fundarse.
el término “posarse” debe se entendido en el sentido más amplio, porque la obra de arquitectura puede ser parcial o totalmente subterránea. Quizás podríamos cambiar “posarse” por “instalarse”.
El Acto o modo de habitar cuando aterriza en el mundo material, requiere de una forma intransable. Por ejemplo, las villas de Palladio con el patio al centro son radicalmente distintas a la forma de la Mezquita de Córdoba y sus columnas.
D/ ELEMENTOS ARQUITECTÓNICOS
E/ ACERCA DE LOS SABERES
Intoducción: A raíz de que en un momento dado alguien dijo en la escuela que un texto, un escrito relativo a la arquitectura, era una obra de arquitectura. Yo íntimamente me rebelé. Desde un comienzo tenía clara mi rebelión, pero no así la razón de tal disconformidad.
Por ejemplo los libros de Vitrubio, Alberti, etc
Todo se me aclaró cuando lidiando por hacer una definición de arquitectura, pensaba en “la obra”. Iluminado por la Carta del Errante, me aparecieron los hombres cogidos por las tareas del mundo como destinatarios y/o partícipes de la Fiesta Consoladora traída por el Poeta. Y la Obra de Arquitectura, me dije, trae la Fiesta Extensa.
Por consiguiente, como los 10 libros de Alberti no con-forman ni constituyen esa fiesta extensa (necesariamente material), no son Obra de Aquitectura.
A partir de lo dicho me puse a pensar en los tipos de oficios, y que tras cada oficio había un Saber.
El hombre es por naturaleza (y mandato) un ser Oficiante. (Ver el Génesis: labrar, cuidar y nombrar el jardín.) Este hombre en el transcurso de su vida realiza y constituye infinitud de formas materiales. Y así mismo, siempre está pensando y teorizando en tanto está construyendo.
Cuando hablamos de Oficio, me estoy refiriendo a su quehacer dominante, al cual concurren en distintos grados las construcciones prácticas y teóricas que se van dando ineludiblemente en su vivir. (??) En la cédula de identidad, puede decir “profesión” para señalar el oficio dominante.
En un momento dado una agrupación tajante de los saberes. Lo dividí en 2 familias:
1/ Saberes que Explican:
situaciones, hechos, fenómenos existentes, antiguos, presentes, futuros. Su “obra” es finalmente una Teoría Explicativa más o menos compleja y rigurosa. La teoría es un asunto mental, abtraído de la materia. No está sujeta a la contingencia.
2/ Saberes que Hacen:
obras que antes no existían. Puede hablarse de un Saber Práctico (relacionado con la Prudencia). Sus obras no explican nada y se insertan en la vida extensa y cotidiana de los hombres, siendo primeramente obras materiales. Por ejemplo, obras de arquitectura, ingeniería, escultura, pintura, etc.
Pero al seguir pensando en “otros” oficios, se me aparecían obras donde su materialidad no era tan clara. Por ejemplo, un profesor que enseña a sus alumnos, un periodista, un ejecutivo. Y también en el mundo artístico: Un escritor cuya obra es una novela, un compositor de música y su cuarteto, un poeta y su poema. Todos ellos aunque cabían dentro del saber hacer, se salían del mundo contingente y son abstractos. Y eso sí, realizaban obras nuevas, que antes de su creación no existían.
Debo decir que cuando recién había establecido la distinción de los 2 saberes, se me presentó el caso de las Matemáticas. Su obra era totalmente abstracto, y no explicaba absolutamente nada. Entonces me vi obligado a agregar un tercer grupo, exclusivo para las matemáticas:
3/ Saberes que Juegan:
Pero las Matemáticas son un juego que se juega con la mente. Y nos preguntamos, ¿qué pasa con la poesía? ¿no es también un juego mental?
Seguimos discurriendo: ¿cómo se expresan las Matemáticas? Por medio de un lenguaje de símbolos y signos consensuales. Como el juego del ajedrez.
¿cómo se expresa la poesía? Por medio del lenguaje de las palabras (del diccionario).
Primera definición de Arquitectura:
“extensión orientada que da cabida”
(esto se dice al inicio de la Exposición de los 20 años de la Escuela – 1972)
Sin embargo a lo largo de los años fui explicitando esta primera definición. En un comienzo reemplacé el término “arquitectura” por “obra de arquitectura”, con el fin de destacar su materialidad.
Luego, la definición de Obra de Arquitectura por ahora ha quedado así;
“Extensión material (1) orientada (2), de manera de dar cabida y acoger a los quehaceres y oficios (3) de los hombres cogidos por las tareas del mundo (4), de suerte que ellos –quehaceres y oficios- se manifiesten como Fiesta Consoladora” (5)”
(1) “Material”: se trata de una extensión, concreta, tangible, temporal, contingente; no, por ejemplo una extensión geométrica abstracta, o topológica.
(2) “Orientada”: dispuesta, configurada, ordenada, articulada, con sentido.
(3) “Quehaceres y oficios”: que se dan –y tienen lugar- en el ámbito de lo extenso.
(4) “Hombres cogidos por las tareas del mundo”: Esto está tomado de la carta del Herrante (G. Iommi). Lo considero como una manera de aludir a las personas sin distinciones especiales, en su vida corriente, cotidiana.
(5) “Fiesta Consoladora” (Carta del Herrantem capítulo “poesía es fiesta”)
Respecto a “fiesta”, Iommi dice “Y la fiesta es el juego, supremo rigor de mi libertad” (en el capítulo “La poesía es fiesta”).
Respecto a “Consoladora” dice: “consolar” quiere decir revelar constantemente a los hombres el esplendor que llevan en ellos, el fulgor de esa pura posibilidad antes de toda elección.
Parafraseando (y forzando) esta última cita para llevarla al ámbito de la arquitectura, me gustaría decir que “consolar” quiere decir: revelar constantemente a los hombres (…) el esplendor de la posición y del tamaño que llevan en ellos.
A esto lo podría llamar “la Consolación Arquitectónica”. ()
Para que esta definición de Obra de Arquitectura que hemos venido construyendo no conduzca a equívocos, se requiere precisar el tipo de “quehaceres y oficios” que son susceptibles de manifestarse como “fiesta Consoladora”. Sin embargo de esto hablaremos cuando abordemos el Encargo.
Extensión orientada que da cabida
Extensión material que da cabida.
Extensión material orientada de manera de dar cabida a los quehaceres y oficios de los hombres.
Extensión material orientada de manera de dar cabida a los quehaceres y oficios de los hombres cogidos por las tareas del mundo.
Extensión material orientada de manera de dar cabida a los quehaceres y oficios de los hombres cogidos por las tareas del mundo, de suerte que ellos- quehaceres y oficios- se manifiesten.
Extensión material orientada de manera de dar cabida a los quehaceres y oficios de los hombres cogidos por las tareas del mundo, de suerte que ellos- quehaceres y oficios- se manifiesten como Fiesta.
Extensión material orientada de manera de dar cabida a los quehaceres y oficios de los hombres cogidos por las tareas del mundo, de suerte que ellos- quehaceres y oficios- se manifiesten como Fiesta Consoladora.
II- El Encargo Arquitectónico
Toda obra de arquitectura tiene su partida – no su origen- en un encargo.
Pero el Encargo viene externamente al ámbito propiamente arquitectónico.
Es por medio del encargo, que la obra se relaciona y ata con la realidad contingente (también existencial e histórica), de “los hombres cogidos por las tareas del mundo”. Y es porque la arquitectura cae en la realidad material, es que tiene un aquí y un ahora. Por ejempl, en el caso de las obras, deben dar cabida (en determinada permanencia) a la vida de los hombres con sus características y condiciones, orgánicas y fisiológicas, propias de la especie.
Necesidades de respirar, límites de temperatura y humedad; condiciones luminosas, acústicas, olfativas y táctiles; espacios mínimos para circular; etc. (Estas son necesidades de “supervivencia”, no de “vivencia” como la belleza.)
El encargo es formulado por el príncipe, el político, el alcalde, la junta de vecinos, el empresario, la dueña de casa, etc. Esta formulación se plantea al arquitecto en un lenguaje convencional, vale decir convenido y comunicacional.
Éste señala el “Hic zet nunc” de cada obra, es arbitrario y exógeno para el arquitecto. No le es propio. El arquitecto no puede arrogarse una autoridad que no tiene y que limitaría la imprevisible riqueza y variedad de la complejidad de la realidad.
Por dar un ejemplo, Dédalo recibe de Pasifae el encargo de dar casa al Minotauro, de tal suerte que ningún ciudadano de Knosos pueda vivir si ha visto al monstruo. He aquí un asunto político, o de Estado.
Pero, ¿de donde procede y cobra existencia el Minotauro? De un amor ilícito de la reina con el Toro mítico del Mediterráneo.
¿Qué tiene que ver este hecho con el oficio del arquitecto de la casa del monstruo? ¿de dónde podría ocurrírsele semejante situación?
Otro caso: al arquitecto Alberto Cruz se le encarga proyectar una capilla recordatoria situada en Pajaritos, próxima a Santiago.
El encargo tiene su origen en la muerte imprevisible de una hija de 20 años de los dueños de la propiedad.
¿Qué tiene que ver este acontecimiento de la realidad con el oficio mismo del arquitecto?
Si bien el encargo no surge del quehacer arquitectónico mismo, dice de las necesidades primordiales que la obra debe acoger.
Tales necesidades (expresadas en el lenguaje convencional) o funciones, le dan el “nombre civil” por así llamarlo, a la futura obra de acuerdo a sus características funcionales o de uso: “casa”, “templo”, “conjunto de oficinas”, “mall”, “teatro”, etc.
A su vez, el encargo también dice de la magnitud de la obra: casa para una familia de 5 personas, un teatro para 200 espectadores, una universidad para 12.000 estudiantes. De igual manera, las “necesidades funcionales” dan una seña de las magnitudes de los recintos necesarios, y conjuntamente, de posibles características estructurales y constructivas.
Esta primera indicación o fijación general de la obra, por parte del encargo, también establece ciertas relaciones funcionales de las características y requerimientos de los recintos, junto con dar un rango de posibilidades constructivas y estructurales. Dice de las localizaciones posibles y del tiempo de ejecución de la obra.
Surge ahora una pregunta: ¿qué condiciones ha de tener un encargo para que “caiga” en la dimensión arquitectónica?
Perfectamente podría suceder que lo encargado pertenezca al dominio de otros oficios como la ingeniería; o bien que el encargo venga “sobredeterminado” e invada aspectos que son propios e indelegables al arquitecto, quien debe llegar a manifestar la “Fiesta Consoladora”. ()
A continuación trataremos acerca del proceso creativo de la obra arquitectónica.
Se podría desglosar en las siguientes partes:
a/ El tiempo de la Observación
b/ La Dilucidación del Acto Arquitectónico a que la obra dará cabida.
c/ La disputa de la Forma que decanta finalmente en un ordenamiento material concreto.
A/ La Observación
Quisiera señalar que los conceptos de “croquis” y “observación” no los vamos a tomar como dos asuntos separados y de peso equivalente; sino que el Croquis lo consideraremos contenido en la Observación, como parte de ella.
Hablaremos entonces, fundamentalmente, de Observación, y más precisamente, de observación arquitectónica.
La primera afirmación, es que la Observación es posible porque “la condición humana es poética”, y porque el hombre vive libremente en la vigilia de hacer un mundo” (exposición escuela 1972).
El hombre está irremediablemente llamado y obligado a hacer y rehacer el mundo. Vale decir a re-inventarlo una y otra vez. (nótese qye etimológicamente la palabra invento tiene que ver con “ventura”, y consecuentemente con “aventura”).
Y esta urgencia y obligación, puede cumplirla porque tiene la posibilidad de ver el mundo, su mundo, siempre de nuevo, de “verlo como por primera vez”. (Aquí la palabra ver es tomada en el sentido amplio; tal vez podría hablarse de “percibir”).
Tenemos entonces que este medio que nos envuelve, y de donde transcurre nuestra vida, aparentemente tan concreto y objetivo, no es tal. Depende de nuestra mirada y el modo de mirar, para que se muestren algunos rasgos y connotaciones muy diferentes.
“Observar” sería entonces esa actividad del espíritu y el cuerpo, que nos permite acceder, una y otra vez, a una nueva e inédita visión de la realidad.
Observar en el sentido que lo estamos considerando, se convierte en una verdadera abertura. Se trata de algo pofundamente artístíco y por ende poético, que no se puede garantizar. Es un regalo o Don; no un procedimiento o método que necesariamente conduzca al éxito.
(ejemplo del árbol de la Phalene en Francia)
Si nos atenemos a los momentos del proceso creativo de la obra de arquitectura señalado anteriormente, vemos que la Observación está al inicio del proceso. Es por lo tanto el fundamento que afirma todo lo que se desprende de él.
Pero en el caso de un Taller dirigido a configurar un proyecto de obra ¿qué es lo que observamos?
En lo fundamental, situaciones del habitar extenso que se vinculan de manera directa o indirecta con las exigencias señaladas burdamente en el Encargo.
Por ejemplo, observamos el barrio con su vida y espacio; las calles próximas; el sitio de la obra; asimismo actividades y quehaceres a que la obra deberá dar cabida.
Esta suerte de mirada penetrante y casi misteriosa que es la Observación, es la que nos permite acceder cada vez, en cada caso – ya lo señalamos- a una nueva realidad.
Por la Observación, lo aparentemente conocido, lo ordinario, lo trivial, lo cotidiano, sale de lo neutro y de lo homogéneo y cobra sentido, vale decir cobra UN sentido.
La observación nos entrega una clave que nos permite acceder, podríamos decir, al secreto íntimo de ese lugar, de ese cuerpo, de ese acontecimiento.
Y es en esta nueva realidad donde la obra arquitectónica se inserta; y es a estas nuevas “realidad revelada” a las que ella debe dar cabida. Y la observación nos exige mucho más que el simple Encargo.
Estamos frente a una realidad compleja, incierta, inestable, que se sale de lo ya conocido. Se trata de una realidad que nos trasciende. Nos sobrepasa, nos saca fuera de sí. La obra para insertarse a ella, deberá también participar de esta trascendencia.
Estamos de lleno en el arte. En la emoción y admiración. En la Belleza.
Ahora bien, la Observación la llevamos acabo básicamente apoyados con el dibujo (de cierto tipo llamado croquis), y con la palabra.
El croquis no es un método automático, que sólo exige dedicación y cierta habilidad.
La realización de un croquis obliga necesariamente a elegir cada vez, vale decir abstraer de entre las infinitas connotaciones luminosas que tenemos delante.
Elegir por donde comenzar a recoger, elegir un primer rasgo, y luego otro. Elegir el tipo de línea capaz de interpretar cada rasgo (espesor, intensidad, grado de continuidad). Elegir cientos de veces hasta decidir cuando detenerse.
Pero en función de qué se elige y abtrae?
Es necesario haber descubierto cierta estructura ordenadora en esa infinidad de connotaciones. Esta estructura es algo que ya está ahí de manera oculta, en potencia de ser descubierta. Dicho de otra manera yo le impongo una estructura a aquello que estoy mirando. Se trata de un acto profundamente creativo e inédito, constructivo y poético.
La materialización de un croquis es un diálogo difícil entre la cabeza que elige y la mano que raya el blanco del papel. O bien, diálogo entre la mente que abstrae y la mano que interpreta y ejecuta.
Pero dentro de la Observación está también la Palabra.
Hay una palabra que constata o describe que complementa al croquis; por ejemplo sonidos, temperatura, medidas, datos.
Sin embargo hay otra palabra más sutil, compleja y radical que acompaña al dibujo y nace simultáneamente con él. Es la palabra que indaga acerca de lo que se está contemplando y dibujando, intentando recoger el sentido y lo más importante: una palabra que nombra.
La aparición de la palabra que nombra, hace que aquellas cosas y aspectos que el croquis va recogiendo cobren existencia, en el paso desde la posibilidad a la elección.
Dibujo y palabra forman la completitud de la Observación, y cómo se gesta en el tiempo original del croquis, tiene suelo firme.
B/ EL ACTO
Un segundo momento en el proceso creativo de la obra de arquitectura es el Acto Arquitectónico.
Cualquier obra da cabida a infinitas y variadas acciones o quehaceres, cotidianos y extraordinarios. Nosotros planteamos que a través de la observación podemos vislumbrar una actividad trascendente que engloba todos los aconteceres. El Acto es el modo particular de habitar la extensión.
En el proceso creativo, estos nombres surgen tímidamente, en una suerte de disputa con nosotros mismos, como interrogantes en busca de una respuesta.
Es un proceso que podríamos llamar dialéctico, donde el nombre que intentamos poner nos muestra otro aspectos, y vuelve a la espera de un nuevo nombre más afinado. Es posible decir incluso que el nombre mismo le cobra a la obra.
Finalmente el acto tiene que ver con el origen mismo de la forma. El Partenón tenía su condición de templo lo lleva adentro, es inmodificable y trasciende a los usos.
C/ E.R.E. o FORMA
(estructura radical de la extensión)
Primero que todo, las obras deben tener la capacidad de mantener en un tiempo determinado las propiedades y virtudes requeridas para dar cumplimiento a los propósitos para los cuales fue erigida: del Acto y del Encargo. La obra no debe des-formarse y perder sus propiedades.
Por ejemplo, el montaje de una exposición de 7 días, o una Iglesia para los siguientes 100 años.
En esta disputa del gobierno de la materia, es evidente que de algún modo, las obras se “posan” en el suelo. Y dado que normalmente estas son fijas e inmóviles, este “posarse” es también un “arraigarse” o “fundarse”. Dependiendo de las características formales y materiales de la obra y del suelo, junto con su magnitud, habrán diferentes modos de fundarse.
el término “posarse” debe se entendido en el sentido más amplio, porque la obra de arquitectura puede ser parcial o totalmente subterránea. Quizás podríamos cambiar “posarse” por “instalarse”.
El Acto o modo de habitar cuando aterriza en el mundo material, requiere de una forma intransable. Por ejemplo, las villas de Palladio con el patio al centro son radicalmente distintas a la forma de la Mezquita de Córdoba y sus columnas.
D/ ELEMENTOS ARQUITECTÓNICOS
E/ ACERCA DE LOS SABERES
Intoducción: A raíz de que en un momento dado alguien dijo en la escuela que un texto, un escrito relativo a la arquitectura, era una obra de arquitectura. Yo íntimamente me rebelé. Desde un comienzo tenía clara mi rebelión, pero no así la razón de tal disconformidad.
Por ejemplo los libros de Vitrubio, Alberti, etc
Todo se me aclaró cuando lidiando por hacer una definición de arquitectura, pensaba en “la obra”. Iluminado por la Carta del Errante, me aparecieron los hombres cogidos por las tareas del mundo como destinatarios y/o partícipes de la Fiesta Consoladora traída por el Poeta. Y la Obra de Arquitectura, me dije, trae la Fiesta Extensa.
Por consiguiente, como los 10 libros de Alberti no con-forman ni constituyen esa fiesta extensa (necesariamente material), no son Obra de Aquitectura.
A partir de lo dicho me puse a pensar en los tipos de oficios, y que tras cada oficio había un Saber.
El hombre es por naturaleza (y mandato) un ser Oficiante. (Ver el Génesis: labrar, cuidar y nombrar el jardín.) Este hombre en el transcurso de su vida realiza y constituye infinitud de formas materiales. Y así mismo, siempre está pensando y teorizando en tanto está construyendo.
Cuando hablamos de Oficio, me estoy refiriendo a su quehacer dominante, al cual concurren en distintos grados las construcciones prácticas y teóricas que se van dando ineludiblemente en su vivir. (??) En la cédula de identidad, puede decir “profesión” para señalar el oficio dominante.
En un momento dado una agrupación tajante de los saberes. Lo dividí en 2 familias:
1/ Saberes que Explican:
situaciones, hechos, fenómenos existentes, antiguos, presentes, futuros. Su “obra” es finalmente una Teoría Explicativa más o menos compleja y rigurosa. La teoría es un asunto mental, abtraído de la materia. No está sujeta a la contingencia.
2/ Saberes que Hacen:
obras que antes no existían. Puede hablarse de un Saber Práctico (relacionado con la Prudencia). Sus obras no explican nada y se insertan en la vida extensa y cotidiana de los hombres, siendo primeramente obras materiales. Por ejemplo, obras de arquitectura, ingeniería, escultura, pintura, etc.
Pero al seguir pensando en “otros” oficios, se me aparecían obras donde su materialidad no era tan clara. Por ejemplo, un profesor que enseña a sus alumnos, un periodista, un ejecutivo. Y también en el mundo artístico: Un escritor cuya obra es una novela, un compositor de música y su cuarteto, un poeta y su poema. Todos ellos aunque cabían dentro del saber hacer, se salían del mundo contingente y son abstractos. Y eso sí, realizaban obras nuevas, que antes de su creación no existían.
Debo decir que cuando recién había establecido la distinción de los 2 saberes, se me presentó el caso de las Matemáticas. Su obra era totalmente abstracto, y no explicaba absolutamente nada. Entonces me vi obligado a agregar un tercer grupo, exclusivo para las matemáticas:
3/ Saberes que Juegan:
Pero las Matemáticas son un juego que se juega con la mente. Y nos preguntamos, ¿qué pasa con la poesía? ¿no es también un juego mental?
Seguimos discurriendo: ¿cómo se expresan las Matemáticas? Por medio de un lenguaje de símbolos y signos consensuales. Como el juego del ajedrez.
¿cómo se expresa la poesía? Por medio del lenguaje de las palabras (del diccionario).