
Este proyecto surge del desafío de reutilizar una antigua cámara Leica del año 1931, cuyo diseño se remonta al origen de la fotografía de 35mm. Es, por lo tanto, un volver en el tiempo y explorar el modo en que nuestros padres y abuelos se relacionaban con la tecnología de la época. A pesar de lo precaria que hoy nos parece, ella fue capaz de dejar un legado extraordinario. Adoptar este modo de hacer fotografía es renunciar a las facilidades disponibles en la actualidad e intentar obtener resultados equivalentes, a lo menos en su dimensión artística.
Este desafío es también una forma de contribuir a la difusión de la obra de Oskar Barnak, cuyo diseño permitió a los fotógrafos salir a las calles y recoger el acontecer como nunca antes había sido posible, iniciando una aventura sin retorno.
El autor:
Daniel Vial Cruz, arquitecto de la Universidad Católica de Valparaíso, actualmente fabricante de muebles, cuya trayectoria ha sido acompañada desde siempre por la pasión de la fotografía.
Historia de la cámara:
Esta cámara formaba parte de las cosas personales de mi padre. Era un objeto distante, tácitamente vedado, que luego de su muerte permaneció en su estado inerte. Sin embargo, sus huellas, sus contusiones y sus desgastes dan testimonio de una intensa y desconocida actividad pasada. Nunca pensé usarla. La consideraba una pieza de museo. Sin embargo, la examiné en detalle y quise leer sobre las características de su lente Elmar 50 mm f3.5 . En ese momento, conocí su origen, ligado a la figura de Oskar Barnak. Comprendí que tenía en mis manos un objeto de gran valor. Pensé también que quizás conservaba la capacidad de producir las grandes imágenes que hicieron famosa a Leica y decidí intentarlo. Si lo lograba, sería una particular forma de reconocer el mérito de su diseñador.
La Cámara y sus primeras imágenes

Las primeras imágenes las tomé durante un día lluvioso en la llegada a Viña del Mar. Había preparado la cámara para utilizar un porta filtros de madera, que me permitiera adaptar algunos filtros de diámetro mayor. Me sentí realmente extraño y casi ridículo tomando fotografías en un mirador, mientras mis acompañantes lo hacían con sus teléfonos celulares. Aún así, pude darme cuenta que funcionaba.
El desafío
Tomar fotografías con una cámara del año 1931 me daba la oportunidad de demostrar mi propia tesis: que la fotografía no está condicionada a un equipo sofisticado de última generación y que las restricciones finalmente obligan a utilizar todo el talento disponible para lograr el objetivo. En este sentido, mi propósito fue restringirme estrictamente a esta cámara y sacar como se hacía en su tiempo. Mis ambiciones fueron incluso mayores: utilizar el negativo completo y en un extremo, no perder ningún negativo.
El tema
No viajo a países exóticos. No tengo mas causas que denunciar que las que ya se hacen, a veces con manifiesta obviedad. Participo de la convicción que sacar ambientes sórdidos, personas deformes, prostitutas y travestis no constituyen en sí un tema de valor, sino solo si forman parte de una bella imagen, prerrogativa de cualquier tema. Son terrenos suficientemente explotados para tener yo algo que decir sobre eso. Pero la fotografía exige una consistencia entre sus imágenes y su búsqueda constituye un gran obstáculo.
Recurrí a mi entorno más próximo