Antecedentes (para fotografiar la Iglesia).
Al fotografiar la iglesia de San Javier, es bueno saber algunos antecedentes, para poder elegir las tomas.
Obra no terminada
El caso de los Jesuitas es distinto al de Corral. La Iglesia no fue terminada, y los padres distribuyeron mas tarde en forma distinta el interior a lo que se había pensado. Esto último sucedió a pesar de que lo que se había pensado era precisamente en función a lo que ellos habían pedido. Esto se debió en parte a que en ese tiempo había entre los padres una especie de crisis, que se tradujo también en una divergencia de opiniones. Dichas divergencias alcanzaron también a la administración de la obra y repercutió, en ciertos momentos, en una humillante arbitrariedad y violencia en el trato con los arquitectos.
Contradicciones en la administración
La obra se prolongó mas de dos años, y en ese lapso, la primera administración quería una cosa; la que siguió pidió lo contrario; la tercera volvió a la primera cuando ya todo estaba jugado. Pero ellos, al parecer, no se percataron de su propia veleta, y en la última etapa se volcaron contra los arquitectos en una irreductible desconfianza y autoritarismo.
Los sacerdotes intervienen la obra
De aquí que a la no terminación de la obra y a la modificación de la distribución se agrega en la última etapa el hecho de que los propios padres intervinieran en al ejecución de algunas partes bastante esenciales de la terminación de la obra. Por ejemplo, con maestros propios hicieron el grotesco altar existente hoy, impidieron colocar el ambón de la palabra donde estaba proyectado, impidieron colocar el fondo del altar existente y se desistieron de la nave lateral que quedó semi-hecha.
Consecuencias de las intervenciones
Al distribuir de otro modo el interior, especialmente los confesionarios y el gran órgano, anularon en gran parte las medias de ampliación de la capacidad de la iglesia, lo cual había constituido al comenzar las obras, uno de los objetivos fundamentales del párroco, y había provocado cambios estructurales decisivos en la planta de la iglesia.
Por otra parte, al suspender las faenas en su etapa final, los padres provocaron una incoherencia en la arquitectura del interior y del exterior, como asimismo otra en importantes aspectos constructivos al paralizarse la reparación de la torre. En la arquitectura de la entrada, por el interior, no se ejecutaron los difusores de madera destinados a retener la penumbra de oración en el interior, debilitando con ello la constitución de la luz para lo cual se habían distribuido los entablados y habilitado las ventanas superiores de la gran nave interior. Por eso resulta hoy el encandilamiento a la salida y la “externalización” de la primera parte de la nave. A la vez, resulta incoherente la escalera al coro y su factura, como así mismo el hall de entrada pierde su sentido de preparación. Esto mismo ocurre hacia el exterior, ya que el trazado de los difusores proyectados, armonizaba con los trazados diagonales de alerce finísimo que debía quedar colocado en su color natural en el forro exterior de la iglesia, unificando el ventanal con el muro exterior. Sin embargo, los padres no solo no permitieron construir estos difusores, sino que además pintaron el alerce con un color violento que separa por completo el ventanal del muro. Por otra parte, as suspenderse los trabajos de la torre, no quedó verificado para los arquitectos si se producen por allí filtraciones de agua que naturalmente van a escurrir sobre las estructuras del muro de fachada. Ello representa un riesgo grave, ya que existe el antecedente de los daños sufridos por el muro de fachada durante el terremoto de 1960, los cuales fueron provocados en su mayor parte debido al debilitamiento de su estructura por efecto de pudrición. Por lo menos una parte de esos efectos provenía de las filtraciones motivadas por el mal estado y la vulnerabilidad de las complicadas decoraciones superiores.

Al fotografiar la iglesia de San Javier, es bueno saber algunos antecedentes, para poder elegir las tomas.
Obra no terminada
El caso de los Jesuitas es distinto al de Corral. La Iglesia no fue terminada, y los padres distribuyeron mas tarde en forma distinta el interior a lo que se había pensado. Esto último sucedió a pesar de que lo que se había pensado era precisamente en función a lo que ellos habían pedido. Esto se debió en parte a que en ese tiempo había entre los padres una especie de crisis, que se tradujo también en una divergencia de opiniones. Dichas divergencias alcanzaron también a la administración de la obra y repercutió, en ciertos momentos, en una humillante arbitrariedad y violencia en el trato con los arquitectos.
Contradicciones en la administración
La obra se prolongó mas de dos años, y en ese lapso, la primera administración quería una cosa; la que siguió pidió lo contrario; la tercera volvió a la primera cuando ya todo estaba jugado. Pero ellos, al parecer, no se percataron de su propia veleta, y en la última etapa se volcaron contra los arquitectos en una irreductible desconfianza y autoritarismo.
Los sacerdotes intervienen la obra
De aquí que a la no terminación de la obra y a la modificación de la distribución se agrega en la última etapa el hecho de que los propios padres intervinieran en al ejecución de algunas partes bastante esenciales de la terminación de la obra. Por ejemplo, con maestros propios hicieron el grotesco altar existente hoy, impidieron colocar el ambón de la palabra donde estaba proyectado, impidieron colocar el fondo del altar existente y se desistieron de la nave lateral que quedó semi-hecha.
Consecuencias de las intervenciones
Al distribuir de otro modo el interior, especialmente los confesionarios y el gran órgano, anularon en gran parte las medias de ampliación de la capacidad de la iglesia, lo cual había constituido al comenzar las obras, uno de los objetivos fundamentales del párroco, y había provocado cambios estructurales decisivos en la planta de la iglesia.
Por otra parte, al suspender las faenas en su etapa final, los padres provocaron una incoherencia en la arquitectura del interior y del exterior, como asimismo otra en importantes aspectos constructivos al paralizarse la reparación de la torre. En la arquitectura de la entrada, por el interior, no se ejecutaron los difusores de madera destinados a retener la penumbra de oración en el interior, debilitando con ello la constitución de la luz para lo cual se habían distribuido los entablados y habilitado las ventanas superiores de la gran nave interior. Por eso resulta hoy el encandilamiento a la salida y la “externalización” de la primera parte de la nave. A la vez, resulta incoherente la escalera al coro y su factura, como así mismo el hall de entrada pierde su sentido de preparación. Esto mismo ocurre hacia el exterior, ya que el trazado de los difusores proyectados, armonizaba con los trazados diagonales de alerce finísimo que debía quedar colocado en su color natural en el forro exterior de la iglesia, unificando el ventanal con el muro exterior. Sin embargo, los padres no solo no permitieron construir estos difusores, sino que además pintaron el alerce con un color violento que separa por completo el ventanal del muro. Por otra parte, as suspenderse los trabajos de la torre, no quedó verificado para los arquitectos si se producen por allí filtraciones de agua que naturalmente van a escurrir sobre las estructuras del muro de fachada. Ello representa un riesgo grave, ya que existe el antecedente de los daños sufridos por el muro de fachada durante el terremoto de 1960, los cuales fueron provocados en su mayor parte debido al debilitamiento de su estructura por efecto de pudrición. Por lo menos una parte de esos efectos provenía de las filtraciones motivadas por el mal estado y la vulnerabilidad de las complicadas decoraciones superiores.