
AL observar Quillota, surge de inmediato la presencia de una doble relación en su arquitectura: por una parte, la relación temporal de un orden urbanístico antiguo que se enfrenta a un orden actual; por otra, la relación espacial de un orden ciudadano que se enfrenta o vincula a un orden del campo.
Quillota mantiene aún vigente aspectos fundamentales del orden antiguo, y hay a la vez magnitudes nuevas que trae lo actual. La incidencia de esta nueva magnitud sobre lo antiguo afecta, al parecer, todas las relaciones internas y externas de la vida ciudadana.
Sin embargo, por fuerte que sea esa incidencia, es aún una fuerza incapaz de hacer de Quillota una ciudad toda nueva: La ciudad vive pues un cambio de magnitudes, en la convivencia de los viejo y lo nuevo.
Si Quillota fuera una ciudad implantada en el desierto o al borde del mar, probablemente su orden urbano, su forma de ciudad, se enfrentaría a un vacío o a un ámbito adverso a la vida, de donde ella, como ciudad, obtendría su fuente para encontrar una forma arquitectónica de subsistencia y trascendencia. Sin embargo, no es éste el caso de Quillota, y bien podría pensarse que ella está en la situación inversa.
Quillota vive una medianía, medianía de ubicación entre el borde oceánico y el interior de Chile; medianía también en un valle transversal que se intercala entre el norte cálido y el centro templado. Pero tampoco Quillota es el cruce entre las rutas continentales, norte-sur y este-oeste que corresponden al valle. Ese cruce lo ocupa Calera, y nuevamente Quillota es una medianía entre las rutas y el mar, formando parte de un rosario de pueblos y ciudades en una línea. Pero Quillota encuentra en esa medianía el esbozo de un destino ciudadano, porque es tan favorable a la vida lo particular de su lugar, y tan perfecta la medianía de equilibrio entre el clima, los cerros, la tierra y el agua, que no sólo el campo se ofrece como uno de los lugares más señalados de Chile para la producción agrícola, sino que aún los viejos y los que están cansados de una vida de trabajo, quieran venir a vivir aquí o a morir, en esa medianía que facilita la existencia.