Se observa en la ciudad actual, la agricultura del orden antiguo y el nuevo.
1. Se observan 3 sistemas de traza:
La manzana española, con unidad de medida dada por la cuadra = 120mts. apoyado en la vía.
Las “galerías”, casas que siguen el camino y tiene arboledas detrás.
No tienen unidad de medida. Se prolongan indefinidamente, según el origen y destino del curso “natural” del camino. Se desprenden aproximadamente de los cuatro costados de la traza española, en las direcciones de los caminos.
Las “poblaciones”, cuya unidad de medida es la “casa tipo”; la vía no es unidad de medida. La base de esta traza es la serie.
No hay concepto de “calle”; hay “circulación”, una función abstracta, sin forma arquitectónica.
2. La traza de manzana y la traza de “galería” se fundan, en elevación, en el muro. Llevan en sí, una arquitectura de “fachadas” continuas.
Ello define la arquitectura de la calle. La “calle” es el elemento fundamental de la ciudad: un muro neto que contiene a la calzada.
Lo ciudadano que tiene la calle, se funda en su unidad de medida -en planta- y depende de la elaboración de la fachada -en elevación-. La calle, entonces, una exposición de la arquitectura de un muro, múltiple, cerrado, de puertas y ventanas. Algo simple y definido en cuanto a lo que deben hacer los arquitectos para que la ciudad aparezca como ciudad.
3. La traza de manzana se diferencia de la traza de “galería” en que el “ir” del sistema de manzana es “cerrado”, (es decir, la calle forma una figura en superficie) y el “ir” de la “galería” es abierto, (es decir, la calle solo forma una figura en línea).
Pese a la fachada, la “galería” no forma propiamente una traza de ciudad, porque no tiene la disponibilidad de todas las direcciones en un mínimo de recorrido. Tiende entonces a ser un camino habitado, sin idea de centro. (ver la debilidad de su evolución en Quillota).
4. La clave de cualquier traza es la concepción del “sitio” o lugar de la casa.
El sitio tiene dos opciones: o es un lugar puramente interior, o posee internamente un interior y un exterior. En el orden antiguo, la fachada es limite entre el “estar” interior del sitio y el “ir ” continúo como calle.
La traza de manzana y de galería, tiene un sitio con un sentido definido: una casa con una gran extensión con árboles. Por eso -e incluyendo los requerimientos de la higiene y la alimentación- el “urbanismo” oculto de los canales es el complemento necesario del de la calle.
El sitio de la “galería” y la manzana, sólo se diferencia en un matiz: el tamaño; cuando es grande : Quinta.
Pero, originariamente, no hay sentido de jardín: es más bien la arboleda.
La traza de población no tiene un sentido definido desde que abandona el concepto de ciudad jardín. Es, más bien, una disponibilidad de tamaños. Las casas más ricas: tamaños un poco mayor; las casas más pobres, como en el “cerro Mayaca”: el sitio es casi justo con envoltorio de la casa.
El jardín no adquiere proyección urbana. Y cuando el jardín quiere adquirir el sentido de “campo” abstracto, en el cual se sume la casa en un estar público, dicho estar se convierte en una “tierra de nadie”, sin dueño municipal ni dueño privado: un sitio baldío o un jardín meramente decorativo.
1. Se observan 3 sistemas de traza:
La manzana española, con unidad de medida dada por la cuadra = 120mts. apoyado en la vía.
Las “galerías”, casas que siguen el camino y tiene arboledas detrás.
No tienen unidad de medida. Se prolongan indefinidamente, según el origen y destino del curso “natural” del camino. Se desprenden aproximadamente de los cuatro costados de la traza española, en las direcciones de los caminos.
Las “poblaciones”, cuya unidad de medida es la “casa tipo”; la vía no es unidad de medida. La base de esta traza es la serie.
No hay concepto de “calle”; hay “circulación”, una función abstracta, sin forma arquitectónica.
2. La traza de manzana y la traza de “galería” se fundan, en elevación, en el muro. Llevan en sí, una arquitectura de “fachadas” continuas.
Ello define la arquitectura de la calle. La “calle” es el elemento fundamental de la ciudad: un muro neto que contiene a la calzada.
Lo ciudadano que tiene la calle, se funda en su unidad de medida -en planta- y depende de la elaboración de la fachada -en elevación-. La calle, entonces, una exposición de la arquitectura de un muro, múltiple, cerrado, de puertas y ventanas. Algo simple y definido en cuanto a lo que deben hacer los arquitectos para que la ciudad aparezca como ciudad.
3. La traza de manzana se diferencia de la traza de “galería” en que el “ir” del sistema de manzana es “cerrado”, (es decir, la calle forma una figura en superficie) y el “ir” de la “galería” es abierto, (es decir, la calle solo forma una figura en línea).
Pese a la fachada, la “galería” no forma propiamente una traza de ciudad, porque no tiene la disponibilidad de todas las direcciones en un mínimo de recorrido. Tiende entonces a ser un camino habitado, sin idea de centro. (ver la debilidad de su evolución en Quillota).
4. La clave de cualquier traza es la concepción del “sitio” o lugar de la casa.
El sitio tiene dos opciones: o es un lugar puramente interior, o posee internamente un interior y un exterior. En el orden antiguo, la fachada es limite entre el “estar” interior del sitio y el “ir ” continúo como calle.
La traza de manzana y de galería, tiene un sitio con un sentido definido: una casa con una gran extensión con árboles. Por eso -e incluyendo los requerimientos de la higiene y la alimentación- el “urbanismo” oculto de los canales es el complemento necesario del de la calle.
El sitio de la “galería” y la manzana, sólo se diferencia en un matiz: el tamaño; cuando es grande : Quinta.
Pero, originariamente, no hay sentido de jardín: es más bien la arboleda.
La traza de población no tiene un sentido definido desde que abandona el concepto de ciudad jardín. Es, más bien, una disponibilidad de tamaños. Las casas más ricas: tamaños un poco mayor; las casas más pobres, como en el “cerro Mayaca”: el sitio es casi justo con envoltorio de la casa.
El jardín no adquiere proyección urbana. Y cuando el jardín quiere adquirir el sentido de “campo” abstracto, en el cual se sume la casa en un estar público, dicho estar se convierte en una “tierra de nadie”, sin dueño municipal ni dueño privado: un sitio baldío o un jardín meramente decorativo.