Querido Godo:
Hace algunos días la Teresa y los niños, aprovechando las vacaciones, se fueron a casa de mi suegro, en Santiago. Esto me ha dado a mi,un pequeño tiempo de vida en la casa solo, que me sir ve para concentrarme en las horas que quedan del trabajo y a veces, para quedarme aquí recapacitando acerca de mi situación toda una tarde.
Veo que a veces me conviene este retiro, retiro incluso en relación a Alberto,Tuto,Fabio o Claudio. Pero veo también, que este retiro no me conviene permanentemente. Me invita también, a pensar en mí, el hecho mismo de que no sea a iniciativa mía esta soledad. Creo que si me la fabricara, no podría hacerlo. Por otra parte, ha coincidido este pequeño tiempo con una situación general: las obras están prácticamente terminadas, al menos las del Sur, y Alberto – en conversaciones con cada uno y en conversaciones en reunión – ha planteado la necesidad de fijar un tiempo ahora, un período, en que cada uno vaya definiendo su propia fisonomía, tanto en el trabajo, como en la vida, vida familiar de cada uno, sus propósitos, los medios. Este período, que te he explicado esquemáticamente, no es el producto de una decisión local, solamente provocada por la necesidad de un nuevo plan hacía adelante, sino que es – en verdad- toda una revisión y una reflexión motivada por tres años de ejecución de obras, en que cada uno, de cierta manera, ha quedado señalado, motivado también por varios años de vida común, motivado también por diez años, o doce, de actividad en la universidad .
Deseo darte también la imagen de que esto ocurre, no como un corte que suspende toda acción, sino que, en medio de la acción. Aparentemente, aquí, no ocurre nada. Entre los viajes al Sur, las preocupaciones económicas, la vida doméstica habitual y la marcha de la Universidad, es que circula este aire de revisión que tiñe todas las conversaciones. No me siento urgido en el tiempo. Estamos también ( yo no fuí) a la vuelta de Buenos Aires y con los resultados, que aún no se formulan en su interioridad, de la Exposición de Claudio.
Ahora te escribo, verdaderamente -creo-, para pedirte consejo.
Trataré de explicarte como veo yo la situación actual. Hablo de mi persona, de la persona de los otros y de lo que hemos hecho. Hablo primeramente de Alberto.
Desde que tú te fuiste, la actividad de la Escuela fué tomada cada vez con mayor proporción por Alberto. El régimen que tú conociste, de una acción colectiva orientada por él, se hizo cada vez más -a mi juicio- ejecutada por él. Por otra parte apareció esto, como producto de esto mismo: talleres y actos generales de la escuela hechos por Alberto mismo, en oportunidad de que los otros quehaceres extra universitarios (casa de Fabió, etc..) no debían ser interrumpidos por la labor de la Universidad. Una tendencia fuerte, una facilidad extraña, siempre favoreció esta concentración en una sola mano, esta vez de Alberto, la totalidad de la vida de la Escuela.
Esto fabricó, poco a poco, un Alberto que hace clases en los pasillos. Una conversación es interrumpida por un alumno que aparece detrás de una puerta entreabierta y deja suspendida toda nueva consideración de lo que se habla, mientras el nuevo diálogo – sobre tema desconocido – se termina. Vamos a revisar un plano, caminamos por el pasillo, y de pronto un egresado o un alumno interfiere la marcha con un diálogo corto acreca de algo que uno no conoce y uno asiste, como visitante, o a la desaparición de Alberto para otra reunión que ocurrió en ese momento, o a una conversación cuya base tu no conoces. Amor a la multiplicidad. Si tú miras un cuadro de Alberto puedes ver en acto lo que es la Escuela.
¿Cómo se generó esto? No deseo interpretarlo. Creo que su origen puede remontarse a una inquietud, nacida en tu ausencia, de no permanecer en lo ya conquistado. Yo lo veo -y relativizo mi juicio, acerca de ésto ya que nunca he conversado con él de ésto- relacionado por una parte con la carencia de tu apoyo y por otra, con tus cartas que proponías estudios que aquí, aparecían muy concretos: el idioma, ciertas materias. Estos estudios no fructificaron, sólo en Fabio, el Alemán.
Nació de hecho una tendencia a un estudio. El estudio de la liturgia, casi 5 años, fue el primero qué emprendimos a raíz de la obra de los Benedictinos.
Si tu miraras hoy la Escuela y la compararas con antes, verías que – paralelamente al taller – hay muchos seminarios. Los seminarios son estudios. Estudios no coordinados por una sistemática que fluya de una idea unitaria. Estudios que surgen del hacer, casi diría de la vida diaria, de una conversación, de problemas individualizados del Taller. Voluntad de no partir de una totalidad unificada y explicada. Uno de estos seminarios es la luz: viejo problema planteado desde la Capilla de Los Pajaritos, pasando por Santa Clara – y con ello – por Miguel, antes de su viaje a Europa. Y por Miguel, a Purcell, amante de todos los mitos pasados. Toda idea tiende a convertirse en Seminario: a constituir un grupo que – bajo la dirección de Alberto, trabaja en ello.
Al comienzo, los seminarios tomaron una fisonomía técnica: el acero, la madera, la construcción-prefabricación. Estos, deslizados hacia el Tuto, como propietario segundo. El trabajo que tú enviaste, fue traducido y pasado en limpio por Alberto a unos 15 mts. de láminas a tinta china con sus dibujos. Ayudantes interiorizados en cada tema, son los apoyos a un Alberto que se introduce en la materia sólo hasta ese punto en que ésta sirve como parte de un panorama general. Yo veo en él esa voracidad por atrapar esa dimensión general,común, un anhelo de gobernar un panorama general y la repugnancia – casi diría la incapacidad – por poseer la materia misma de una especialidad.
Simultáneamente a estos seminarios técnicos, está el de historia de Valparaíso. Muchos ayudantes han colaborado. Ayudantes burocráticos son sostenidos por Alberto en largas conversaciones, despiadadamente centradas en el tema y que, día a día, acumulan la carga de una exigencia de estudio sobre la conciencia. Una exigencia no formulada. Una exigencia formulada indirectamente a través del estudio. Esta es una manera muy típica de Alberto, que yo creo reconocerla en su aplicación a todas sua actividades. Una exigencia que obliga a definirse al otro y que permite, posteriormente, teniendo ese dato, envolver la situación en un ámbito mas general. Irreductible en esto, él va construyendo en la conversación su propio horizonte compuesto de cientos de personas, que crecen hacia aquí o hacia allá multiplicando sus direcciones. Si tu tomas en cuenta que estas personas – en general – emprenden estudios encargados por Alberto, puedes tener una imagen aproximada de cómo él amplía este panorama. Pero este panorama, creo yo, es “materia” para él. Es elemento de trabajo. No es su especialidad. El aplica sobre esta materia múltiple su pensamiento,y se adhiere a esta materia como el alimento necesario.
Yo creo que esto es cierto. No creo que con esto que te explico arroje ninguna medición sobre él, que lo delimitado clasifique la materia misma y el alcance de su trabajo. Trato con esto de darte una imagen lo más real posible de su método. Si tratara de darte una idea de las materias que abarcan este horizonte hecho de personas, no podría darte el total. Sinembargo te doy algunos. Creo que ninguno de nosotros (Fabio,Tuto y .Claudio) podrían decirte – de la Escuela sólo – los estudios que se llevan adelante. Te indico algunos: Luz, Región, Producción, Densidad, Estructuras, Historia de Valparaíso, Casa de la Escuela (detenido). Estándar de Vida, Construcción, Planes de Avance, Región, Taller Rocuant (población callampa en Valparaíso). Paralelamente a esto ocurre, el taller habitual, llevado por él, por Fabio y por mí, cada uno con su tema específico. Después las conversaciones con Góngora, que motivan un estudio de historia de la arquitectura americana. Después las conversaciones con Alberto Vial, relacionadas con el curso mismo de lógica, el método, la universidad (tema paralelo con Góngora) y hoy, la contabilidad. Paralelamente a esto, están 10 obras de arquitectura en construcción, todas las cuales tienen que ver con éi. Pero él se ha encargado, directamente de tres: la iglesia de La Cruz, Los PP.Franceses, Santa Clara. Paralelamente está Claudio y la Escueltura (2 exposiciones) y la vida del Instituto.
Antes de esta etapa de máxima multiplicidad, que ocurre ahora ultimo, debo decirte que tuve la impresión, en él, de una especie de crisis, no psicológica, podría decirte inexactamente el aspecto de un escepticismo, intelectual, aunque nunca él~” vitalmente, pueda llegar a ser un escéptico. Posteriormente esta impresión desaparece. Hoy día, a un extraño, Alberto podría darle la impresión de un erudito, pero un erudito que un momento dado es capaz de desdoblarse y pinta, dibuja y es capaz de una sensualidad plástica, que se mantiene invariable. Lo que antes te he explicado toma – para mi – esta fisonomía: un carácter autoritario y un carácter pedagógico. Todo es lección. Gran parte de las conversaciones son interrogatorios. Otras conversaciones plantean para adelante, estudios o reflexiones. ¿Cómo sostener una conversación cuando está la pedagogía de por medio ? Sopla un aire de un juicio no formulado acerca de uno mismo, que impregna las palabras. Otro sabe lo que a uno le conviene. No hay novedad. Si la hay – en lo que uno dice – eso sirve para señalar el campo que a uno le interesa. Es un signo al cual hay que dar acceso utilitario. Voraz del destino de cada uno. No hay discusión. Hay visiones paralelas o adhesiones. Esto mismo es motivo de una nueva pedagogía – de mayor a menor -:los límites de la persona. Interesa el trabajo que aporta algo a otro trabajo. No hay eco que toque el alma de otro, hay eco lección eco.
Un Alberto unitario en un ámbito múltiple, complejo, lleno de personas, lleno de la necesidad y el anhelo de un guía, por una parte la herencia de la poesía, por otra, el avance hacia el estudio, por otra, las obras, por otra la vida, vida común.
Si tú miras para comprender, ves un ámbito lleno del deseo de crear la espiritualidad de lo colectivo, la misión de cada uno. Pero simultáneamente ves la unidad, cuya fisonomía yace enteramente en la persona de uno. Y esa es la conciencia, la existencia y el pesado peso de un autoritarismo que distribuye, ordena, fija campos y señala tareas. Eso pesa. A mi me pesa. Si alguien me preguntara que camino distinto puedo señalar, tengo que responder que ninguno. No comprendo bien por qué no puedo ofrecer ninguno, a pesar de que me pesa aquel al cuaual me opongo. Talvez ocurra que la modalidad de uno no necesariamente sea mejor que otra. Simplemente sea otra. Es difícil reconocer que uno se asfixia cuando está en el camino de otro, y de este otro, el que yo tengo delante, con la potencia y la riqueza que yo mismo le reconozco.
A veces pienso que es difícil seguir el verdadero camino, sobre todo como yo, que me siento sin nada. Talvez el aprender tenga este signo de renuncia, que apenas es gobernado por el instinto, cuando a uno lo afecta en lo propio.
Hace algunos días la Teresa y los niños, aprovechando las vacaciones, se fueron a casa de mi suegro, en Santiago. Esto me ha dado a mi,un pequeño tiempo de vida en la casa solo, que me sir ve para concentrarme en las horas que quedan del trabajo y a veces, para quedarme aquí recapacitando acerca de mi situación toda una tarde.
Veo que a veces me conviene este retiro, retiro incluso en relación a Alberto,Tuto,Fabio o Claudio. Pero veo también, que este retiro no me conviene permanentemente. Me invita también, a pensar en mí, el hecho mismo de que no sea a iniciativa mía esta soledad. Creo que si me la fabricara, no podría hacerlo. Por otra parte, ha coincidido este pequeño tiempo con una situación general: las obras están prácticamente terminadas, al menos las del Sur, y Alberto – en conversaciones con cada uno y en conversaciones en reunión – ha planteado la necesidad de fijar un tiempo ahora, un período, en que cada uno vaya definiendo su propia fisonomía, tanto en el trabajo, como en la vida, vida familiar de cada uno, sus propósitos, los medios. Este período, que te he explicado esquemáticamente, no es el producto de una decisión local, solamente provocada por la necesidad de un nuevo plan hacía adelante, sino que es – en verdad- toda una revisión y una reflexión motivada por tres años de ejecución de obras, en que cada uno, de cierta manera, ha quedado señalado, motivado también por varios años de vida común, motivado también por diez años, o doce, de actividad en la universidad .
Deseo darte también la imagen de que esto ocurre, no como un corte que suspende toda acción, sino que, en medio de la acción. Aparentemente, aquí, no ocurre nada. Entre los viajes al Sur, las preocupaciones económicas, la vida doméstica habitual y la marcha de la Universidad, es que circula este aire de revisión que tiñe todas las conversaciones. No me siento urgido en el tiempo. Estamos también ( yo no fuí) a la vuelta de Buenos Aires y con los resultados, que aún no se formulan en su interioridad, de la Exposición de Claudio.
Ahora te escribo, verdaderamente -creo-, para pedirte consejo.
Trataré de explicarte como veo yo la situación actual. Hablo de mi persona, de la persona de los otros y de lo que hemos hecho. Hablo primeramente de Alberto.
Desde que tú te fuiste, la actividad de la Escuela fué tomada cada vez con mayor proporción por Alberto. El régimen que tú conociste, de una acción colectiva orientada por él, se hizo cada vez más -a mi juicio- ejecutada por él. Por otra parte apareció esto, como producto de esto mismo: talleres y actos generales de la escuela hechos por Alberto mismo, en oportunidad de que los otros quehaceres extra universitarios (casa de Fabió, etc..) no debían ser interrumpidos por la labor de la Universidad. Una tendencia fuerte, una facilidad extraña, siempre favoreció esta concentración en una sola mano, esta vez de Alberto, la totalidad de la vida de la Escuela.
Esto fabricó, poco a poco, un Alberto que hace clases en los pasillos. Una conversación es interrumpida por un alumno que aparece detrás de una puerta entreabierta y deja suspendida toda nueva consideración de lo que se habla, mientras el nuevo diálogo – sobre tema desconocido – se termina. Vamos a revisar un plano, caminamos por el pasillo, y de pronto un egresado o un alumno interfiere la marcha con un diálogo corto acreca de algo que uno no conoce y uno asiste, como visitante, o a la desaparición de Alberto para otra reunión que ocurrió en ese momento, o a una conversación cuya base tu no conoces. Amor a la multiplicidad. Si tú miras un cuadro de Alberto puedes ver en acto lo que es la Escuela.
¿Cómo se generó esto? No deseo interpretarlo. Creo que su origen puede remontarse a una inquietud, nacida en tu ausencia, de no permanecer en lo ya conquistado. Yo lo veo -y relativizo mi juicio, acerca de ésto ya que nunca he conversado con él de ésto- relacionado por una parte con la carencia de tu apoyo y por otra, con tus cartas que proponías estudios que aquí, aparecían muy concretos: el idioma, ciertas materias. Estos estudios no fructificaron, sólo en Fabio, el Alemán.
Nació de hecho una tendencia a un estudio. El estudio de la liturgia, casi 5 años, fue el primero qué emprendimos a raíz de la obra de los Benedictinos.
Si tu miraras hoy la Escuela y la compararas con antes, verías que – paralelamente al taller – hay muchos seminarios. Los seminarios son estudios. Estudios no coordinados por una sistemática que fluya de una idea unitaria. Estudios que surgen del hacer, casi diría de la vida diaria, de una conversación, de problemas individualizados del Taller. Voluntad de no partir de una totalidad unificada y explicada. Uno de estos seminarios es la luz: viejo problema planteado desde la Capilla de Los Pajaritos, pasando por Santa Clara – y con ello – por Miguel, antes de su viaje a Europa. Y por Miguel, a Purcell, amante de todos los mitos pasados. Toda idea tiende a convertirse en Seminario: a constituir un grupo que – bajo la dirección de Alberto, trabaja en ello.
Al comienzo, los seminarios tomaron una fisonomía técnica: el acero, la madera, la construcción-prefabricación. Estos, deslizados hacia el Tuto, como propietario segundo. El trabajo que tú enviaste, fue traducido y pasado en limpio por Alberto a unos 15 mts. de láminas a tinta china con sus dibujos. Ayudantes interiorizados en cada tema, son los apoyos a un Alberto que se introduce en la materia sólo hasta ese punto en que ésta sirve como parte de un panorama general. Yo veo en él esa voracidad por atrapar esa dimensión general,común, un anhelo de gobernar un panorama general y la repugnancia – casi diría la incapacidad – por poseer la materia misma de una especialidad.
Simultáneamente a estos seminarios técnicos, está el de historia de Valparaíso. Muchos ayudantes han colaborado. Ayudantes burocráticos son sostenidos por Alberto en largas conversaciones, despiadadamente centradas en el tema y que, día a día, acumulan la carga de una exigencia de estudio sobre la conciencia. Una exigencia no formulada. Una exigencia formulada indirectamente a través del estudio. Esta es una manera muy típica de Alberto, que yo creo reconocerla en su aplicación a todas sua actividades. Una exigencia que obliga a definirse al otro y que permite, posteriormente, teniendo ese dato, envolver la situación en un ámbito mas general. Irreductible en esto, él va construyendo en la conversación su propio horizonte compuesto de cientos de personas, que crecen hacia aquí o hacia allá multiplicando sus direcciones. Si tu tomas en cuenta que estas personas – en general – emprenden estudios encargados por Alberto, puedes tener una imagen aproximada de cómo él amplía este panorama. Pero este panorama, creo yo, es “materia” para él. Es elemento de trabajo. No es su especialidad. El aplica sobre esta materia múltiple su pensamiento,y se adhiere a esta materia como el alimento necesario.
Yo creo que esto es cierto. No creo que con esto que te explico arroje ninguna medición sobre él, que lo delimitado clasifique la materia misma y el alcance de su trabajo. Trato con esto de darte una imagen lo más real posible de su método. Si tratara de darte una idea de las materias que abarcan este horizonte hecho de personas, no podría darte el total. Sinembargo te doy algunos. Creo que ninguno de nosotros (Fabio,Tuto y .Claudio) podrían decirte – de la Escuela sólo – los estudios que se llevan adelante. Te indico algunos: Luz, Región, Producción, Densidad, Estructuras, Historia de Valparaíso, Casa de la Escuela (detenido). Estándar de Vida, Construcción, Planes de Avance, Región, Taller Rocuant (población callampa en Valparaíso). Paralelamente a esto ocurre, el taller habitual, llevado por él, por Fabio y por mí, cada uno con su tema específico. Después las conversaciones con Góngora, que motivan un estudio de historia de la arquitectura americana. Después las conversaciones con Alberto Vial, relacionadas con el curso mismo de lógica, el método, la universidad (tema paralelo con Góngora) y hoy, la contabilidad. Paralelamente a esto, están 10 obras de arquitectura en construcción, todas las cuales tienen que ver con éi. Pero él se ha encargado, directamente de tres: la iglesia de La Cruz, Los PP.Franceses, Santa Clara. Paralelamente está Claudio y la Escueltura (2 exposiciones) y la vida del Instituto.
Antes de esta etapa de máxima multiplicidad, que ocurre ahora ultimo, debo decirte que tuve la impresión, en él, de una especie de crisis, no psicológica, podría decirte inexactamente el aspecto de un escepticismo, intelectual, aunque nunca él~” vitalmente, pueda llegar a ser un escéptico. Posteriormente esta impresión desaparece. Hoy día, a un extraño, Alberto podría darle la impresión de un erudito, pero un erudito que un momento dado es capaz de desdoblarse y pinta, dibuja y es capaz de una sensualidad plástica, que se mantiene invariable. Lo que antes te he explicado toma – para mi – esta fisonomía: un carácter autoritario y un carácter pedagógico. Todo es lección. Gran parte de las conversaciones son interrogatorios. Otras conversaciones plantean para adelante, estudios o reflexiones. ¿Cómo sostener una conversación cuando está la pedagogía de por medio ? Sopla un aire de un juicio no formulado acerca de uno mismo, que impregna las palabras. Otro sabe lo que a uno le conviene. No hay novedad. Si la hay – en lo que uno dice – eso sirve para señalar el campo que a uno le interesa. Es un signo al cual hay que dar acceso utilitario. Voraz del destino de cada uno. No hay discusión. Hay visiones paralelas o adhesiones. Esto mismo es motivo de una nueva pedagogía – de mayor a menor -:los límites de la persona. Interesa el trabajo que aporta algo a otro trabajo. No hay eco que toque el alma de otro, hay eco lección eco.
Un Alberto unitario en un ámbito múltiple, complejo, lleno de personas, lleno de la necesidad y el anhelo de un guía, por una parte la herencia de la poesía, por otra, el avance hacia el estudio, por otra, las obras, por otra la vida, vida común.
Si tú miras para comprender, ves un ámbito lleno del deseo de crear la espiritualidad de lo colectivo, la misión de cada uno. Pero simultáneamente ves la unidad, cuya fisonomía yace enteramente en la persona de uno. Y esa es la conciencia, la existencia y el pesado peso de un autoritarismo que distribuye, ordena, fija campos y señala tareas. Eso pesa. A mi me pesa. Si alguien me preguntara que camino distinto puedo señalar, tengo que responder que ninguno. No comprendo bien por qué no puedo ofrecer ninguno, a pesar de que me pesa aquel al cuaual me opongo. Talvez ocurra que la modalidad de uno no necesariamente sea mejor que otra. Simplemente sea otra. Es difícil reconocer que uno se asfixia cuando está en el camino de otro, y de este otro, el que yo tengo delante, con la potencia y la riqueza que yo mismo le reconozco.
A veces pienso que es difícil seguir el verdadero camino, sobre todo como yo, que me siento sin nada. Talvez el aprender tenga este signo de renuncia, que apenas es gobernado por el instinto, cuando a uno lo afecta en lo propio.